Política

Prensa insurgente

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Hubo un tiempo en que Gilga era muy serio y riguroso. No se burlen. Estudiaba y escribía de sus exploraciones de historia literaria. En aquellos viejos años investigó la prensa insurgente. No sin pena, Gamés quiere ofrecer unos párrafos de aquellos estudios.

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La prensa insurgente es el primer momento impreso de la violencia fundadora conocida como Independencia de México. Lo que ha llegado hasta nosotros son papeles sueltos, hojas volantes que llaman a la guerra, hacen proselitismo y aluden a un nuevo monumento, el patriotismo. Y más que contener un pensamiento político, esos documentos son informes de guerra.

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Publicados sin recursos y casi siempre durante poco tiempo, los periódicos de la insurgencia son también las primeras impresiones sin censura o coerción virreinal que conocemos. Como el movimiento mismo, la prensa insurgente cuenta una larga caída después de tocar, mágicamente, la cima de la rebelión popular. De golpe, todo escritor es un mago, un aprendiz de brujo que convoca los poderes del alegato, la militancia, la toma de conciencia que intuye el aforismo: fundar es arrasar, violentar.

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La prensa insurgente se divide en dos periodos. El primero arranca con el levantamiento de Hidalgo, en 1810, y termina con el fusilamiento de Francisco Javier Mina, en 1817. El segundo narra la negociación de las fuerzas insurgentes y sus derrotas; es decir, abre con el Plan de Iguala y se apaga con la consumación de la Independencia. Al primero lo alimenta el mito del enciclopedismo y los filósofos franceses; al otro lo abruma la presencia definitiva de Agustín de Iturbide, consumador, militar diestro, monarca y gran negociador de la rebelión.

La voz inicial es de Francisco Severo Maldonado en el Despertador Americano (1810): “Despertad al ruido de las cadenas que arrastráis ha tres siglos, abrid los ojos a vuestros verdaderos intereses, no os acobardéis ante los sacrificios y privaciones que forzosamente acarrea toda revolución en su principio, volad al campo de honor y cubríos de gloria bajo la conducta del nuevo Washington que nos ha suscitado el cielo de su misericordia, de esa alma grande llena de sabiduría y bondad, que tiene encantados nuestros corazones con el admirable conjunto de virtudes populares y republicanas”.

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Al llamado insurgente acuden Franciso Severo Maldonado, José María Cos, Andrés Quintana Roo, Francisco Velasco, Fray Servando, José Manuel Herrera, José San Martín.

Severo Maldonado espera la entrada triunfal de Hidalgo a Guadalajara y, entre masas de indígenas y mestizos funda El Despertador Americano (1810-1811); tiempo después, cuando Calleja recupera Guadalajara, Severo Maldonado defecciona y prepara la antípoda del Despertador, El Telégrafo de Guadalajara. José María Cos construye con pedazos de madera los tipos del nuevo periódico, utiliza íñigo por tinta y publica El Ilustrador Nacional (1812). Luego, con Quintana Roo y Francisco Velasco escribe El Ilustrador Americano (1812-1813); para entonces, las esposas de los guadalupes contrabandean una pequeña imprenta hasta llegar a Atizapán, de donde saldrá a Sultepec. Andrés Quintana Roo prepara el Semanario Patriótico Mexicano (1812-1813) junto con Cos y Velasco; entre sus números se incluye uno de los pocos documentos de ideas políticas que conozca la prensa insurgente: “La Carta de un Americano a un Español” de Fray Servando Teresa de Mier.

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Después de la toma de Oaxaca, Morelos le encomienda a Herrera la redacción del Correo Americano del Sur, al que después llegará Bustamante. José San Martín, ayudado por Quintana Roo, edita La Gaceta del Gobierno Provisional Mexicano de las Provincias del Poniente (1817). Al final del viaje, Joaquín Infante es el redactor del Boletín de la División Auxiliar de la República Mexicana.

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A la ciudad de México llega un rumor de guerra, escombros y pesimismo. El auge se convierte en derrumbe: las minas se abandonan, los bienes agrícolas se pierden, la crisis política devora a las casas comerciales, los poderes terrenales de la burocracia política se debilitan frente al fortalecimiento de una institución sólida, invencible: el ejército. En contra de la “degradación y la horca” que trae consigo la insurrección, el virrey Venegas distribuye por la ciudad innumerables folletos realistas, aparece El AntiHidalgo, El Especulador Patriótico, el Aristarco, El Verdadero Ilustrador Americano, El Amigo de la Patria. A este género pertenecen los folletos de Agustín Pomposo.

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Todo es muy raro, caracho, como diría Arthur Miller: “Un buen periódico es una nación hablándose a sí misma”.


Gil s’en va


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Gil Gamés
  • Gil Gamés
  • [email protected]
  • Entre su obra destacan Me perderé contigo, Esta vez para siempre, Llamadas nocturnas, Paraísos duros de roer, Nos acompañan los muertos, El corazón es un gitano y El cerebro de mi hermano. Escribe bajo el pseudónomo de Gil Gamés de lunes a viernes su columna "Uno hasta el fondo" y todos los viernes su columna "Prácticas indecibles"
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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