Otra más de Taibo: cerró las oficinas del FCE en San Diego y donó 90 mil libros. Pequeño problema, una gran cantidad de ejemplares quedaron abandonados en un estacionamiento. “Generaba gastos absurdos”, dijo Paco Ignacio Taibo sobre la bodega que tenía el Fondo de Cultura Económica en San Diego, California. Esto lo leyó Gilga en una buena nota de Frida Juárez Bautista.
Gil se frotó los ojos: “El viernes por la noche el FCE confirmó que cierra las oficinas y almacén que tenía en EU y que por esta decisión se han donado 90 mil 400 libros, sin embargo, en redes sociales se mostraron videos de unos libros en el estacionamiento del Sheriff del Condado de San Diego, donde usuarios hacían un llamado para ir a ‘rescatarlos’”.
Las soluciones empresariales de Taibo son geniales: “¡Hay que cerrar las oficinas de San Diego, o se las dejo ir hasta la garganta”. Taibo siempre habla con poesía. “Señor, y ¿qué hacemos con los libros?”. Donarlos, regalarlos, ¿me habla usted de libros, culebrón?, qué daño les ha hecho el neoliberalismo.
La editorial del Estado mexicano se ha pronunciado en dos comunicados de prensa –uno firmado por Taibo, su director, y otro por Ezra Alcázar, gerente de vinculación internacional– sobre la situación del FCE en EU. En ambos se señala como “alarmista” la reacción que ha causado en redes sociales.
Sí, muy alarmista: echaron al pozo 90 mil libros y cerraron una oficina y una bodega de libros del Estado cultural mexicano.
“Se ha llegado a hablar de ‘masacre’ o ‘libros tirados en la calle’, lo cual distorsiona los hechos”, apunta Alcázar. Desde luego que es una distorsión de los reaccionarios, se llama limpia de pasivos, formación del canon y el gusto. Estos libros, a la intemperie y san se acabó.
Basurero, el proceso logístico
El funcionario Alcázar explica que las imágenes de cajas llenas de libros que están a la intemperie “corresponden al proceso logístico previo a su reempaque y redistribución, no a un abandono”. Así se le llama ahora a los basureros, procesos logísticos previos al reempaque. Es que de veras, no se miden.
“El FCE no destruye libros. Nunca lo ha hecho en ninguna de sus sucursales, bodegas o librerías”, señala Taibo. ¿Y estos libros que fotografiaron?, ¿no existen?
La editorial señala que los libros fueron donados a 27 instituciones y asociaciones civiles en EU y cinco en México, entre las que se encuentran San Diego County Library, que recibió 70 mil libros; American Academy of Pediatrics, South Bay Union School Dis-
trict, San Ysidro School District, Escuela Migrante de Tijuana – Love Does, Escuela Indígena Ve’e Tu’un Xavi y Juguemos a Leer.
A Taibo le encanta regalar libros. Le manda colecciones completas a Cuba y a Venezuela, inventa programas, 25 para 25, o sabe Dios, para regalar en América Latina, por no hablar de los libros de texto que el gobierno de México le regaló a Cuba. Doble contra sencillo a que Taibo tuvo que ver con esa operación revolucionaria que le costó al erario millones de dólares.
El editor, ese señor que regala libros
Taibo regala libros porque desconoce el negocio editorial, porque nunca ocupó un
cargo en ninguna casa editoral y porque no le cuestan. Como buen comisario comunista considera que el dinero siempre es sucio. Si pudiera, destruiría aún más el mundo del libro mexicano. ¿Y a quién le rinde cuentas Taibo? A nadie, se manda solo.
“La subsidiaria del Fondo de Cultura Económica en San Diego es una distribuidora, no es una librería, no es un centro cultural, sino que es una distribuidora que desde los años 90 se ha dedicado a vender libros a librerías, que cada vez hay menos en Estados Unidos. La industria del libro físico se ha reducido bastante en los últimos años, por lo cual el giro de esta subsidiaria era sobre todo la venta de libros electrónicos, cosa que ya se hace en cualquier parte del mundo. Entonces lo que se decidió fue cerrar estas oficinas y esta bodega, pero no se cierra la subsidiaria”, detalló Ezra Alcázar.
Ezra, no sea usted burro, ¿ya leyó lo que dijo? Que el mercado del libro físico en Estados Unidos “se ha reducido bastante”. Mecachis. ¿Así dirigen el Fondo? Qué desgracia.
Todo es muy raro, caracho, como diría Thomas Carlyle: “La verdadera universidad de hoy en día es una colección de libros”.
Gil s’en va