Cultura

El urbano resplandor de los fantasmas (4; conclusión)

  • 30-30
  • El urbano resplandor de los fantasmas (4; conclusión)
  • Fernando Fabio Sánchez

Si miramos con ojos de empatía y de justicia —y no solo con los de la costumbre—, encontraremos la historia de los desaparecidos, fantasmas de la urbe, víctimas del capitalismo rapaz.

En las últimas semanas hemos trazado la relación entre las familias que resisten tomando espacios en la Ciudad de México, y la ley.

Asimismo, enumeramos las razones por las que un individuo es desaparecido.

Y señalamos como uno de los principales responsables al Estado, incluyendo su lado criminal, y el sistema económico que lo impulsa.

La Glorieta de Las y Los Desaparecidos en la Ciudad de México frente a la Bolsa de Valores se erige como un antimonumento que denuncia el vínculo entre el poder, la economía y la muerte.

Regresando a la analogía de “El resplandor” de Kubrick, los desaparecidos serían exactamente esos fantasmas que se vuelven visibles en el Overlook Hotel, un espacio de lujo, en constante celebración, que debe mantenerse abierto a toda costa.

El dinero es la sangre que le da vida, como ocurre con la bolsa y el sistema en sí.

Al contemplar esta historia de terror cotidiano, tendríamos que aceptar que los desaparecidos y el dinero comparten una cualidad además del espacio: el anonimato.

El dinero llega a las instituciones de inversión como el flujo de un río, sin rastro de su origen.

Esa especie de energía entra en la gran maquinaria y se distribuye para producir más riqueza.

Como han señalado algunos críticos, esa homogeneidad del dinero ha desencadenado la deshumanización en nuestras sociedades.

El inversionista no sabe a dónde va a parar su capital. Solo se concentra en las ganancias.

En esa lógica, incluso puede sentir orgullo de que su jubilación, fruto de un ahorro disciplinado, se haya multiplicado como por arte de magia.

Pero este aparato necesita personas que trabajen sin parar (mano de obra nacional o migrante, da igual) y una oferta de servicios y productos para el entretenimiento (legales o ilegales) de forma permanente.

Busca proporcionar éxtasis al (imaginario) poder adquisitivo de las masas, y saciar el apetito voraz de unos cuantos.

En este ambiente, los desaparecidos han sido condenados —muy a su pesar— a una categoría que les arrancó no solo la vida, sino la individualidad misma.

Han sido colocados en el fondo del silencio por ser el secreto del sistema: que todos somos responsables de ellos.

Son el espejo humano que delata el costo de nuestro desarrollo sin responsabilidad ni rostro.

Por eso debemos pronunciar cada uno de sus nombres. Dibujar sus facciones exactas. Contemplar su rostro.

Los desaparecidos nos pertenecen a todos: nuestro es el dolor de los familiares que los buscan, nuestras son también las causas que los llevaron a ese destino.

Para el poder establecido o criminal sería mejor nunca hablar de ellos. Pero para nosotros, los padres, hermanos y ciudadanos, su voz sigue presente.

Larga vida a la Glorieta de Las y Los Desaparecidos.

Su mensaje es el resplandor humano que nos obliga a recordar que ninguna vida debe convertirse en cifra. 

Ese es el pacto de memoria que nos toca sostener.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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