Hace dos años y medio conocí en un restaurante al ex juez de Distrito, Anuar González Hemadi, símbolo del viejo Poder Judicial de la Federación (PJF). Había sido destituido en febrero de 2023 como juez tercero de Distrito en Boca del Río, tras casi tres años de escándalo por su actuación contraria al expediente y graves errores en el caso Los Porkys, iniciado en marzo de 2017.
Lo curioso del caso Porkys —violación de una menor en Veracruz por jóvenes influyentes, símbolo de corrupción e impunidad— es que un Tribunal Colegiado confirmó la tesis del juez Anuar: que los tocamientos bajo la falda y en los senos no implicaban intención sexual para configurar delito. Y los magistrados ni siquiera fueron mencionados.
Me interesaban, como hoy, los mecanismos informales de acceso a la función de juzgar que usan la ley solo como trámite. Por eso, cuando surgió la oportunidad de saber cómo llegó a ser juez Anuar González, no la dejé escapar.
Me pareció un hombre bueno, sociable y comunicativo. Sin conocerme, me mostró confianza y me contó el camino que lo llevó a ser juez, gracias a su padre, quien entabló amistad con jueces y magistrados al tener un negocio de comida y bebidas donde solían reunirse una vez por semana.
Su ingreso al PJF fue desde abajo, duró mucho tiempo en el archivo cosiendo expedientes, pensó incluso en retirarse y se lo hizo saber a su padre. A partir de entonces comenzaron los ascensos: obtuvo el cargo de oficial judicial, actuario, secretario de estudio y cuenta, y posteriormente, en 2011, juez de Distrito.
Nunca más supe algo de Anuar, fue hasta el pasado 7 de septiembre cuando me enteré por los medios que fue detenido como presunto responsable de participar en una red de huachicol fiscal, es decir, evasión de impuestos en la importación y venta de combustible mediante facturas falsas o declaraciones engañosas para simular legalidad.
Este hecho me consterna, pues revela la tensión entre lo que alguien es, aparenta ser y podría llegar a ser. Le deseo un juicio justo. Anuar González se formó en un sistema judicial ya corrupto y no supo, no quiso o no pudo romper con él.