En el tiempo que nos ha tocado vivir, definido por la tecnología digital y las redes sociales, hacer política orientada al bien común parece una tarea difícil y casi imposible. Los contextos en los que se actúa, resultado de la globalización y la posmodernidad, son complejos, cambiantes y polarizados, y la información llega al teléfono móvil de manera constante y abrumadora.
Esta sobrecarga informativa provoca que noticias que impactaron ayer, como la agresión física del pasado martes cometida por Alito Moreno en el Senado, sean rápidamente olvidadas, incluso cuando reflejan hechos relevantes para la vida pública y el debate político.
Hoy en día, cualquiera que tenga un teléfono inteligente puede convertirse en un agente de noticias. Las redes sociales, las aplicaciones de mensajería y las plataformas de video permiten que la información circule de manera inmediata y llegue a millones de personas en cuestión de segundos.
Esto ha democratizado el acceso a la difusión de noticias, pero también ha generado desafíos enormes: la facilidad de publicación no garantiza la veracidad ni la relevancia de lo que se comunica.
Transmitir información con responsabilidad no depende únicamente de los instrumentos técnicos. Tener un dispositivo para grabar videos, tomar fotografías o difundir contenidos no asegura que la noticia cumpla con criterios de objetividad, certeza, contexto o pertinencia.
Más allá de la tecnología digital y las redes sociales, lo esencial son los valores éticos: el compromiso con la verdad, la prudencia al comunicar, el respeto hacia las personas involucradas y la conciencia del efecto que la información puede tener en la sociedad.
Sin estos valores, la información puede convertirse en fake news (noticias falsas), manipulación o simple ruido mediático del que, todos los días, para vivir necesitan abundantemente los políticos corruptos.
Por último, es pertinente señalar que para que una sociedad crezca cultural y económicamente, es necesario que sepa decodificar la información que recibe; es decir, interpretar correctamente o traducir un mensaje, señal o código para comprender su significado.