En Perú y en Brasil las personas trabajadoras cuentan, por ley, con 30 días de vacaciones cada año. Inglaterra, Francia y España tienen en promedio 25 días.
En México se cuentan actualmente con 6 días.
Muchos estudios han comprobado que más horas de jornada laboral o reducir los días de vacaciones no aumentan la producción o la calidad del trabajo.
Francia es uno de los países que menos horas de trabajo suma y su producción es de las más altas en Europa.
El Índice para una vida mejor, elaborado por la OCDE, afirma que la evidencia ha demostrado que un horario de trabajo largo y la ausencia de vacaciones dignas impactan negativamente en la salud personal y ponen en riesgo la seguridad en una sociedad.
Esta semana se presentó en el Senado una iniciativa para aumentar el periodo vacacional mínimo en México.
La iniciativa enfrenta un desafío cultural muy importante: entender el descanso y las vacaciones como derecho humano.
La idea del ocio muchas veces está asociada a prácticas de no producción, se asume como tiempo perdido. Grave error.
El descanso es un tiempo de liberación de estrés, de fomentar la creatividad, de enriquecimiento de la experiencia humana. Es una experiencia que aumenta nuestra calidad de vida.
Por lo tanto, el tiempo de ocio exige que aprendamos a descansar, a realizar actividades que mejoren nuestra salud integral.
Hace necesario que la sociedad cuente con espacios y experiencias públicas de esparcimiento y recreación.
Otro desafío que enfrenta esta iniciativa es el empleo informal.
La Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo señaló que a finales del año pasado en México el 56.5% de la población con trabajo no contaba con empleo formal, es decir, no tiene garantizado el derecho a días de vacaciones.
Sin un Estado que garantice el bienestar de la sociedad es mucho más difícil disfrutar de días de paz en el ámbito laboral y fuera de él.
@davidperes_
