Dentro de la 4T se disputan dos visiones. La que observa a Adán Augusto no solo como prescindible, sino como inherentemente sacrificable en pos de la salud de largo plazo del partido. Y la que considera que dejar caer a Augusto sería sacrificar el legado entero del expresidente López Obrador para satisfacer el morbo de su oposición partidista.
La segunda visión solo la cree Adán Augusto y quienes yacen bajo su manto —una facción cada vez más debilitada.
Basta ver la sonrisa de Sheinbaum, brutal y escalofriante, cuando se le preguntó por los millones de pesos que Augusto recibió de contratistas y que, aparentemente, olvidó mencionar en su declaración patrimonial. “Que aclare”, dijo con sonrisa traviesa. “Que aclare el senador”.
La sangre de Adán debió haberse helado.
Atemos cabos. Los datos filtrados a Televisa Noticias sobre la declaración fiscal de Augusto son propiedad del SAT, un organismo federal. La investigación contra Bermúdez se gestó con Omar García Harfuch a la cabeza. No sé si estos eventos podrían suceder sin el amparo de la más alta oficina del país. Lo dudo.
Acorralado, Adán no ha atinado más que a mencionar que de cuándo acá los patos le tiran a las escopetas. Y tiene razón. Solo que Adán es el pato.
Para mí, la principal duda no es si la muerte lenta y dolorosamente pública de Augusto fue orquestada, sino por qué se orquestó hasta ahora.
Dentro de Morena hay quien argumenta que la respuesta es sencilla: el senador cumplió su misión. Una vez creada la supermayoría y aprobadas las principales reformas de Obrador, Adán comenzó a ser prescindible.
No lo creo. No cuadra. Los tiempos apuntan, más bien, a que la caída de Adán se gestó cuando el pato quiso convertirse en escopeta. Y cuando éste comenzó a creer que podía imponer gobernadores, sabotear a quienes no les caían bien y determinar los futuros del partido.
A ello hay que agregar que desde el centro ya no veían con buenos ojos los borbotones de dinero en campañas, los acuerdos empresariales, ni su talento por pudrir a los perfiles más prometedores y jóvenes del partido.
Ahora bien, la pregunta, para quienes dentro de la 4T comparten la primera visión, es si, en efecto, se tomará la decisión de alimentar el morbo de la oposición permitiendo la caída absoluta de Augusto.
En lo personal, no creo que vaya a ser así. Adán Augusto es un hombre tan inteligente como peligroso. A tus enemigos cerca dice el adagio. Un Adán Augusto controlado no perjudica a Palacio, lo beneficia al dejarlo endeble, frágil y fácil de manejar.
De nadie es secreto que Adán se ostentaba como el vocero de la Presidenta y su operador para aspectos clave. Ahora, la ostentación no podrá continuar. Ya nadie le cree. Los trascendidos son demasiados. La muerte lenta de Adán Augusto está dejando espacios abiertos y no se descarta que éstos sean tomados por un equipo más cercano a la Presidenta.
La política es demoledora. La que ríe al último ha reído mejor.
Lo contenido en este texto es publicado por su autora en su carácter exclusivo como profesionista independiente y no refleja las opiniones, políticas o posiciones de otros cargos que desempeña.