Durante dos semanas de junio, nueve estudiantes de la Universidad Iberoamericana Torreón estuvieron en Palestina.
Tuvieron un primer contacto con las problemáticas político-sociales de esa región.
Pero, ¿le debe interesar a la sociedad de La Comarca Lagunera los conflictos en Medio Oriente?
¿Qué hacemos con un pueblo que nos queda a 12 mil kilómetros de distancia al que le invadieron sus tierras, le construyeron un muro en medio de su país y le someten a constantes violaciones de sus derechos humanos?, ¿nos ocupamos de sus problemas o de los nuestros?
Una postura tentadora es la de desatender la realidad “lejana” y que mejor que cada quien se encargue del metro cuadrado en el que vive y de las problemáticas más próximas.
Quizá ya tenemos cada quien suficientes problemas en nuestra vida. Mejor no entrar en conflictos que no son nuestros y con los que tenemos unas diferencias muy marcadas.
Otra opción es asumir una perspectiva internacionalista. Es decir, optar por una cooperación entre sociedades que, a pesar de sus diferencias, encuentran fortalezas en común, problemáticas similares y estrategias compartidas para transformar positivamente sus conflictos.
Esta mirada tiene un punto de partida: la violencia que sufre cualquier persona en particular es una forma de opresión contra toda la humanidad. Sin importar las diferencias de idioma, de religión, de gobierno, etc.
Los objetivos de esta cooperación internacional entre las sociedades son múltiples.
Hay dos fundamentales: reducir las formas de violencia y abonar a la cultura de paz.
De allí la importancia de escuchar el testimonio de estos nueve estudiantes.
No solo las experiencias individuales o los conocimientos nuevos, sobre todo la perspectiva que han adquirido al tener elementos para analizar las similitudes entre las problemáticas de La Laguna y de Palestina.
Antes de ser laguneros o palestinos somos personas.
Luego, nuestras particularidades pueden enriquecer la experiencia humana.
@perezyortiz