Algunos partidos en la historia del futbol mexicano han estado bajo la sombra de la sospecha y nunca se ha podido comprobar nada. Dicen que, “la burra no era arisca, la hicieron a palos”. La afición tiene dudas sobre la legalidad del juego.
La cultura del “compló” echó raíces y los perdedores de todos los colores y de todos los niveles, ven fantasmas en donde no los hay. La credibilidad está en mínimos históricos y los antecedentes de resultados que tuvieron una clara influencia externa, forman parte de la memoria colectiva. Que conste que estamos hablando de futbol, aunque se lee muy familiar a cualquier ámbito de la vida nacional, ¿verdad?
La corrupción rampante es otro factor determinante para que la maledicencia popular piense que “todo está arreglado”. Las insinuaciones y reticencias de los líderes de opinión son gasolina para el fuego. Una prensa parcial y venal, lejos de darle herramientas de contraste a la opinión pública, alimenta el fanatismo enajenante. No importa lo rotundo del marcador, siempre habrá a quién culpar por la incapacidad y el resultado adverso.
Otra vez: que conste que estamos hablando de futbol.
Lo que se urdió en la semana en torno a la salida de Robert Dante Siboldi de la dirección técnica de los Tigres de la Universidad Autónoma de Nuevo León, fue la cereza al pastel de un torneo que tuvo de todo en materia de morbo.
La reputación del técnico uruguayo fue manchada con total impunidad y el futbol mexicano tiene una raya más al tigre. Los directivos tiran línea con su prensa amiga y pasan por encima de quien sea. La calumnia en México no tiene las consecuencias acordes a lo que implica dañar la imagen de las personas y las instituciones. Mañana esto se habrá olvidado, ya vendrá el culebrón del verano y nunca se llegará al fondo de las cosas.
Si pasó algo en aquel Tigres vs. Monterrey de los cuartos de final, nunca lo sabremos y será otro juego injustamente manchado. La duda quedará y los protagonistas de un supuesto fraude futbolero se lo llevarán a la tumba.
No es la primera vez que surgen alusiones sobre un partido “raro”. Mucho se habló de aquel Atlante vs. Ángeles de Puebla que se disputó en Ciudad de los Deportes en junio de 1988. La escuadra poblana necesitaba ganar para salvar la categoría, lo hizo y a las pocas semanas el equipo fue vendido a Torreón. Los poblanos están curados de espanto, porque uno de los momentos más importantes en la historia del equipo de la Franja, también fue ensuciado con un supuesto intento de arreglo: el ascenso de 2007.
En 1997 se especuló sobre algo similar con un encuentro entre el Morelia y el Veracruz, equipos del mismo dueño (Ricardo Salinas Pliego) y en el que supuestamente habría una indicación: que ganara el Veracruz para salvar la categoría.
Al final, empataron, echando por la borda el supuesto amaño.
Los periodistas, muchas veces en función de amanuenses, tiran la piedra y esconden la mano, manchando una pelota que ya tiene más lodo que gajos.