Política

Adiós al papa Francisco

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El papa Francisco murió este lunes de Pascua. Tenía 88 años de edad. Había sido papa por 12 años. Era hijo de trabajadores que migraron a Argentina, naturales del Piamonte. Muy argentino él mismo: lector de Jorge Luis Borges, amante del tango, fanático del club de futbol San Lorenzo de Almagro. Fue ordenado sacerdote en 1969; provincial de los jesuitas de Argentina en 1973; arzobispo de Buenos Aires en 1998; cardenal de la Iglesia en 2001. El cónclave de 2005 produjo una elección reñida entre dos hombres, Joseph Ratzinger y Jorge Mario Bergoglio, que representaban dos visiones de la Iglesia. Fue electo Benedicto XVI, pero el 13 de marzo de 2013, tras la renuncia de Benedicto, él mismo fue hecho obispo de Roma. La mayoría a la que había que llegar era de 77 sobre 115: dos terceras partes. “Los conclavistas fueron dejando su mesa para votar, de uno en uno; arrodillados ante el altar, cada uno declaraba que su voto lo daba a aquel que, según Dios consideraba debía ser elegido”, recuerda Francisco en sus memorias, Esperanza, la autobiografía. “Cuando mi nombre se dijo la septuagésima séptima vez fue que sonó un aplauso”. Cerca del 70 por ciento de los católicos del mundo vivían entonces en América, Asia y África, no en Europa. Su elección era un reflejo de esa realidad.

Fue un papa accesible y reformista, preocupado por los oprimidos. No vivía rodeado de cortesanos en el Palacio Apostólico Vaticano: habitaba en un hostal austero, la Casa de Santa María, en el cuarto 201. Era cercano a los pobres, pero lejano a la teología de la liberación. Fue siempre ortodoxo en cuestiones de moral: opuesto al aborto, al uso de anticonceptivos, al matrimonio de personas del mismo sexo, a la ordenación de las mujeres. No impulsó una revolución doctrinal, sino una transformación pastoral basada en la empatía y la tolerancia. No permitió que las mujeres fueran ordenadas, pero las incluyó en todas las decisiones de la Iglesia; no reconoció los matrimonios homosexuales, pero asintió (“¿Quién soy yo para juzgar?”) a que fueran bendecidos por la Iglesia. “Cambió el tono, la percepción y el enfoque de una de las instituciones más grandes del mundo”, afirmó la revista Time, que lo nombró Personalidad del Año en 2014.

Francisco luchó para que la pedofilia fuera llamada con su nombre: no un pecado sino un delito, un crimen que debía ser perseguido y castigado por el derecho civil y penal, con el que los sacerdotes tenían la obligación de colaborar. Promovió el diálogo entre las religiones (“Dios nos ha redimido a todos”, dijo, “no sólo a los católicos”). Publicó la carta encíclica Laudato Si’ para hablar “sobre el cuidado de la casa común”, con la ayuda de los científicos de la Academia dei Lincei (su carta sería reforzada por otra encíclica en 2023, dirigida a “los hombres de buena voluntad, sobre la crisis climática”). En su viaje a Lampedusa, símbolo de la tragedia de la migración, lamentó en su homilía la “globalización de la indiferencia”, que mataba a los migrantes, a los que llamó a tratar con dignidad en la encíclica Fratelli Tutti. No pedía abrir las puertas a la migración, sino establecer instituciones y prácticas de solidaridad y respeto. Fue compasivo. “No cambió las palabras, pero cambió la música”.


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Carlos Tello Díaz
  • Carlos Tello Díaz
  • Narrador, ensayista y cronista. Estudió Filosofía y Letras en el Balliol College de la Universidad de Oxford, y Relaciones Internacionales en el Trinity College de la Universidad de Cambridge. Ha sido investigador y profesor en las universidades de Cambridge (1998), Harvard (2000) y La Sorbona. Obtuvo el Egerton Prize 1979 y la Medalla Alonso de León al Mérito Histórico. Premio Mazatlán de Literatura 2016 por Porfirio Díaz, su vida y su tiempo / Escribe todos los miércoles jueves su columna Carta de viaje
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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