“Si vas con mujeres no olvides el látigo”, es una frase de Nietzsche que aborrece el feminismo. La interpreten como un afán de sometimiento, machismo exacerbado y violencia. A mí me parece una frase fascinante. Nietzsche tuvo su educación sexual en los prostíbulos de Leipzig y Bonn cuando era estudiante universitario, primero de teología y después de filología. Era un asiduo cliente como cientos de estudiantes. La sociedad era distinta, las guerras, la reciente industrialización y la desmitificación de la moral impulsaron otro concepto de libertad.
En esos prostíbulos se contagió de sífilis que lo llevaría a la demencia y después a la muerte. Ese látigo advierte que es para “las mujeres” porque en los burdeles son varias mujeres, y fue el surgimiento de las dominatrices, que décadas más tarde llegarían hasta el cine. Analizando su filosofía es muy probable que le entusiasmara el sadomasoquismo y que ese látigo fuera para él, para azotarlo en sus filosóficas carnes. La constante mención que hace en varios libros acerca del cuerpo fuerte, y las largas caminatas que se imponía para pensar y respirar. Había en Nietzsche una relación muy intensa con su cuerpo.
La única relación amorosa que tuvo fue con la escritora rusa Lou Andreas Salomé y era un triángulo en el que también participaba Paul Rée. Dentro de esta conformidad, de las intensas conversaciones que mantenían sobre filosofía, historia y el devenir de Europa, Nietzsche se sentía enamorado de ella. Le rogó que su relación se consolidara, pero la impetuosa Lou, con su temperamento ruso, se decidió por Rée y más tarde lo dejó, amaba la independencia para expandir su vida.
Nietzsche regresó a los prostíbulos, con el látigo de la soledad y de la demencia que poco a poco iba invadiendo su inteligencia. Es revelador que el feminismo se sienta aludido desde la victimización en lugar de pensar que las mujeres podemos controlar el látigo. La gran fantasía sexual son las dominatrices, las que no tienen remordimientos después de infligir una sesión de sufrimiento programado. Contemporánea de Nietzsche es la Baronesa Fanny Pistor pareja de Sacher-Masoc, autor de la Venus de las Pieles, ella lo esclavizó durante seis meses como parte de su relación. Es deslumbrante pensar que el hombre de la Genealogía de la Moral o de Así hablaba Zaratustra, inmenso como un personaje de las óperas de Wagner se ponía de rodillas para sufrir y gozar la sumisión al placer.
Las sociedades falocráticas son edípicas, y ése es el látigo emocional del poder y el sometimiento. La Valkiria que Nietzsche buscaba en esos tugurios, inspirado en la gran admiración y casi pleitesía que le rindió a Wagner, solo podría usar un látigo, que se debe llevar como un amuleto del placer. La Juliette de Sade hubiera amado la frase, ella que era diestra amazona de sus amantes. Nietzsche nunca fue el hombre que predicó, sus libros inspiraron a Sartre y Foucault, los Aforismos son filosos, incitan a la rebeldía, son latigazos para el lector.