Símbolo de una España de pandereta,
id con vuestras riquezas a hacer puñetas…
Agustín de Foxá
Me entero gracias a una feliz coincidencia de la semana del arte y de la lectura de la última novela de Juan Tallón, Obra maestra, de un robo por lo demás singular.
En junio de 2004, Ana Martínez de Aguilar asumió como nueva directora del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Poco más de un año después, puso en marcha un nuevo plan museológico que contemplaba, entre otras medidas, la recuperación de acervo poco difundido. Entre estas obras desatendidas, Martínez de Aguilar buscó Equal Parallel/ Guernica-Bengasi de Richard Serra. Se trataba de un grupo escultórico de cuatro piezas de acero —dos bloques de cinco metros de largo por uno y medio de altura, así como otros dos de menor tamaño. Su peso era de 38 toneladas; su costo, 220 mil dólares. Y nadie sabía dónde se encontraba.
El Reina Sofía exhibió la obra de Serra como parte de su primera exposición en 1986. Por las dificultades que entrañaba su peso para la infraestructura del propio museo, se decidió sustraerla de sala; cuatro años más tarde, se le trajo de vuelta para una nueva exposición. A su término, se sacó la pieza de nueva cuenta y se envió al polígono industrial de Arganda, cerca de Madrid, bajo custodia de la empresa Macarrón. De acuerdo con reportes del propio museo y testimonios de trabajadores de la firma especializada en arte, ahí estuvo al menos hasta 1995.
La policía española aventuró que la pieza fue robada para fundir su acero y venderlo; los círculos artísticos arriesgaron que, más bien, fue tomada por algún caprichoso coleccionista de arte para su propio deleite. Y hubo una tercera hipótesis no del todo inverosímil: la escultura fue sepultada por las obras realizadas en el predio donde se le resguardaba, luego de la quiebra de la empresa a cargo. Sea lo que sea, el paradero de una pieza adquirida con los impuestos de los españoles ha sido un misterio desde entonces.
Pero el desfalco poco importa: ante la incontestable pérdida de la pieza, el Reina Sofía comisionó una segunda a Richard Serra por 99 mil dólares al tipo de cambio de entonces. Todavía eufórica por haber negociado el descuento, la directora Martínez de Aguilar declaró a El País: “Es un final muy feliz”. Total, decía mi madre, para eso es el dinero.
Antonio Nájera Irigoyen