Una clásica respuesta de actriz que el lector y el colega habrán oído no pocas veces: "Si el desnudo es artístico, sí lo hago". Las más de las veces, cuando la dama en cuestión ya está en tratos para hacer una película o ya posó para una revista de caballeros, como las llaman. El adjetivo "artístico" es tan elástico, acaso tanto como el "cultural", que suele convertirse en sólido argumento así la escena sea para un filme de trama barata o la foto para una revista de chismes del espectáculo con encabezados cimarrones.
La revista Playboy adelantó esta semana al New York Times que se acabó la época de los desnudos, especialidad de esa casa, y entre otras razones esgrimió el inmenso acceso a esas fotografías en internet y la caída en las ventas de la publicación impresa en Estados Unidos. En términos editoriales es el fin de una era, pero, como suele ocurrir, el giro no alcanza todas las latitudes, pues la empresa de Hugh Hefner tiene base en múltiples países.
De entrada, la versión mexicana, que este mes difunde en portada a Isabel Madow con la incomprensible analogía de la bellísima chica, qué duda hay, con Marilyn Monroe, ha aclarado que el cambio no se aplica aquí: "La revista nacional tiene la libertad de mostrar pictoriales como lo prefiere el mercado mexicano. ¡Esperen talento nacional e internacional como siempre lo quisieron ver!".
En cuanto al mercado uno pensaría que la empresa hizo un estudio, una encuesta, con lo que definió que los mexicanos quieren ver desnudos. Pero al parecer se refiere, en todo caso, a que el mercado estadunidense, en el que sus lectores poseen casi en su totalidad un teléfono inteligente, ya tiene acceso a esas imágenes, a diferencia de México, donde el avance tecnológico y la posibilidad de comprar un smartphone o una tableta, conectados a internet, aún son limitados.
Hay que considerar, además, la inercia del mundo editorial, que poco a poco va dejando las páginas impresas para apostar todo a las electrónicas, a las redes sociales y al nuevo mundo de la comunicación con sello siglo XXI. Ese proceso, que ha tomado una velocidad vertiginosa, ha sido lento en México. Hoy no se ve en los planes de los grandes medios, de los generadores de contenido, algún viso de hacer a un lado su versión impresa, que por lo demás sigue siendo la preferida de los anunciantes.
La admiración del cuerpo desnudo, en otro flanco del tema, es de antigua data, como está demostrado en la historia del arte, sea pintura rupestre (aunque para buena parte del mundo occidental suela comenzar con Giotto la documentación del arte), sea la Maja desnuda de Goya; sea la Venus de Milo, sea La Musa de Rodin.
Si hoy los mexicanos quieren admirar desnuda a la Madow no debe distar mucho ese deseo del de quienes alguna vez esperaban hacer lo propio con otras figuras del espectáculo en el pasado, como Ninón Sevilla y Lilia Prado (después de verla en Subida al cielo, de Buñuel). Ahora, con revistas como Playboy, ese sueño se cumple. Por lo demás, esta publicación entraría a un terreno fangoso si pusiera ropa, aun diminuta, a sus modelos, pues entraría en competencia directa con otro segmento del mercado que ya trabaja en esa línea, como su "prima" Open, H para Hombres, GQ y las antes citadas ocupadas de chimes de la farándula.
El fusilero debe confesar, en este oportuno momento, que fue gracias a la revista de Hefner que conoció a Anna Nicole Smith, Playmate of the Year 1993, quien brincó de ahí a ser la imagen de los jeans Guess? en lugar de la top model Claudia Schiffer. Así que larga vida a Playboy en cualquiera de sus modalidades.
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