Brasil y Argentina ostentan liderazgos en términos paleontológicos con los hallazgos ahí de fauna prehistórica de dimensiones insospechadas, como son los casos de Titanoboa y Purussaurus, en lo que hoy es la región del Amazonas, y de Giganotosaurus y Patagotitan, uno carnívoro y otro herbívoro, en el extremo sur del subcontinente, lo que abre una nueva rivalidad entre esos países, acaso más interesante que la futbolística.
Las regiones ricas en fósiles de dinosaurios suelen mostrar diferentes patrones de abundancia de ciertas especies. En China, por ejemplo, en la frontera que define el desierto de Gobi con Mongolia, los raptores y sus parientes son los más característicos, pero a partir del siglo XXI se han diversificado los hallazgos de otros dinosaurios emplumados, que han obligado a reescribir la historia de aquellos fascinantes animales.
En Argentina la especialidad suele ser el tamaño. Giganotosaurus carolini, “lagarto gigante del sur”, es el mayor carnívoro que haya pisado la tierra, con una envergadura que supera al popular T-Rex, y por ende sus días de caza lo enfrentaban al reto de lidiar con especies presas de magnitudes correspondientes, saurópodos como Patagotitan y Argentinosaurus, todos colosos del Cretácico.
Sin embargo, después del fin de los dinosaurios, cuando la nueva fauna comenzó a emerger en el Paleoceno, otras especies asumieron el reinado de los pesos completos y toda la región que hoy es el Amazonas vio criaturas temibles como Titanoboa, una serpiente gigante que podía alcanzar los 14 metros con un peso superior a la tonelada, y otro reptil con el que aquella no coincidió en periodo, pero sí en terreno, Purussaurus, el amo cocodriliano de los pantanos del Mioceno, hace 8 millones de años, con sus 10 metros de largo y más de cinco toneladas.
No sé, pero cuando veo debates apasionados entre argentinos y brasileños por el futbol, siempre me imagino que sería más divertido que cada uno sacara sus fichas prehistóricas.