Cultura

Tsai Ming-liang: “El cine comercial se ha estancado; un cine verdadero implica rebeldía”

Entrevista

El cineasta, quien presentó en México su serie 'El caminante', reflexiona sobre la libertad creativa y su compromiso como autor por encima de lo comercial, su visión del lenguaje cinematográfico y su admiración por Chavela Vargas.

El cineasta taiwanés-malayo Tsai Ming-liang (Kuching, 1957) confiesa sonriente que las dos razones que lo convencieron de viajar a México a presentar su serie El caminante en la Cineteca Nacional fueron poder conocer la patria de Chavela Vargas y porque un amigo le dijo que todo en el país era surrealista.

Y sí: él, que salió de Taipéi en medio de un tifón, llegó a Ciudad de México inundada por aguaceros con un día de retraso por la afectación a vuelos y aeropuertos. Pero no paró. Estuvo en casi todas las funciones de los diez filmes de su serie performática acompañado de su actor fetiche Lee Kang Sheng.

En entrevista exclusiva con Laberinto, Tsai Ming-liang expone la poética, libertad y espiritualidad de sus películas, se declara entre carcajadas una suerte de monje como el budista Xuanzang (602-664) que cruzó China hasta la India a pie y que le inspiró El caminante, y se deslinda de hacer un cine comercial.

“El cine siempre debe ser libertad”, reiteraba el admirador de películas de artes marciales, de François Truffaut y de Chavela Vargas, a quien oyó por primera vez en un disco en París y la amó de inmediato.

“Al final sólo hay dos formas de hacer cine: hacer el público quiere ver o hacer tus propias películas”, dice en su primera visita a México, aunque el 26 de marzo de 2021 impartió el taller vía Zoom La experiencia de habitar el cuerpo, dentro de la Cátedra Extraordinaria Ingmar Bergman de la UNAM.

Con salas siempre llenas, principalmente de jóvenes, se quedaba a conversar con sus fans casi una hora después de las proyecciones con el también protagonista de casi todas sus películas y de la profesora de la UNAM Radina Dimitrova, quien le tradujo con maestría incluso preguntas tan crípticas como su filmografía, además de que gentilmente socorrió a este reportero para la entrevista con el cineasta.

Mucha gente se quedó fuera de la master class gratuita de dos horas que el director ofreció al mediodía del sábado 16 de agosto en la sala 2 de la Cineteca Nacional, para 209 butacas, y el público agotó dos libros que se vendieron ahí. Cuerpos entregados: el trabajo de Tsai Ming-liang, editado para el Festival Internacional de Cine UNAM (Ficunam) y Tsai Ming-liang. Walker, una hermosa edición muy gráfica sobre El caminante, de la que se trajeron sólo 40 ejemplares desde Corea y que volaron en minutos a pesar de que ambos títulos se cotizaban en 300 y 400 pesos, respectivamente. Un fenómeno.

“Me gusta incorporar objetos de la vida cotidiana en mis películas, como ollas, arroceras..., porque representan la vida; y, al final, eso es lo que me interesa: mostrar la vida”, expone sobre sus encuadres.

Visita de Tsai Ming-liang a la Cineteca Nacional
Visitantes de la Cineteca Nacional interesados en la obra de Tsai Ming-liang. (Foto: José Juan de Ávila)

Al maestro taiwanés le preceden reconocimientos desde su debut con Rebeldes del dios neón (1992). Con su segundo filme, Vive l'Amour (1994), ganó el León de Oro a mejor película en el Festival de Cine de Venecia ese año; el Oso de Plata por El río (1997) en la Berlinale; el Fipresci por El agujero (1998) en Cannes... Nada mal para un cineasta que reconoce que en su país no entienden sus películas, aunque se sabe ahí famoso, y tiene él que salir a vender boletos para las funciones en calles de Taipéi.

Ming-liang dice que pocos periodistas le había preguntado qué son sus películas: son poemas, cuadros, obras de arte, con planos secuencias de hasta 14 minutos, que se contemplan como en museos de arte contemporáneo del mundo, que hoy lo invitan a presentar El caminante e incluso le auspician capítulos, que pudieron verse todos completos en funciones en la Cineteca Nacional del 14 al 19 de agosto pasado.

“¿Qué es una película? ¿Es una historia? ¿Una actuación, un compuesto de muchos elementos? ¿Un cuadro? Yo considero que para mí una escena de tres minutos es un cuadro y debe permanecer delante de tus ojos determinado tiempo, y yo decido cuánto tiempo, no el público”, sostiene el director asiático.

“Si eres un verdadero creador a la hora de hacer cine, tú eres quien debe tomar todas las decisiones que se va a desplegar delante de tu público siendo parte de tu obra entera. El público no compra un boleto, lo que compra es una experiencia que tú como director le des. Esto es lo único que puede permitir que el cine como fenómeno, como arte, se siga desarrollando, no puede ser todo diálogo y palabra”, añade.

¿Qué es el cine para Tsai Ming-ling?

Es un medio: de comunicación y de creación. Muchos conciben al cine como una mercancía, como algo a la venta. Pero tiene su faceta de arte. Y ahí reside esta responsabilidad de decisión personal: si vas a hacer cine comercial para la venta, o si vas a hacer cine de autor, que es arte. El cine de autor tiene mensajes muy fuertes y en él, efectivamente, el porcentaje de participación del autor es muy grande. Desde un inicio estuve enamorado del cine de autor, eso me influyó, así decidí ser un director de cine de arte y no uno comercial.

¿La dificultad de entender el idioma chino fuera de Asia influyó para que usted decidiera no utilizar mucho los diálogos en sus películas y apostara más a la imagen y a la acción?

Es así. Tenía la siguiente limitante muy grave: yo vivo en Asia, si hiciera cine comercial esto me limitaría mucho a que mis películas sólo se distribuirían mucho en la región asiática. Siendo un director de arte, esto me ha abierto las puertas de los escenarios de Europa y mundiales, pero de cine de arte. De joven vi mucho cine comercial, así que conozco bien el género. Y claramente el cine comercial se basa en la plática, en los diálogos, en el guion previamente escrito, en las actuaciones de los actores que se basan en este guion. Pero en mis años adolescentes, cuando emigré a Taiwán y empecé mis estudios universitarios, ahí sí estuve expuesto mucho a lo que es el cine de autor de Europa y de Estados Unidos, ahí me enteré sobre esta otra perspectiva del cine y eso me influyó a ser el director que soy. Elegí este camino de ser un director que apuesta más hacia lo visual, porque para mí el cine comercial no tiene esta faceta, que es la más evidente, la más fuerte, que apela a nuestras sensaciones visuales, a las imágenes, a narrar o expresar las cosas a través de la imagen y no a ajustar tanto las palabras.

Master class de Tsai Ming-liang en la Cineteca Nacional
Tsai Ming-liang en la Cineteca Nacional. (Foto: José Juan de Ávila)

Mencionaba a los cientos de jóvenes que llenaron las salas de la Cineteca Nacional que no le gusta la narración, que procura no hacer guiones, tanto en filmes de ficción como en su serie El caminante. ¿Por qué no usar esas herramientas del cine si también el cine de autor las usa?

Me gusta la veracidad, la realidad dentro del cine, es mi primera apuesta y percepción. Yo particularmente no creo ni tengo confianza en este tipo de lenguaje cinematográfico porque esos diálogos en él están redactados, esto no es la plática cotidiana, real, veraz, que sostenemos los humanos en nuestras vidas. Estas son palabras una y otra vez redactadas, palabras y diálogos acomodados para hacer una estructura, porque el guion es una estructura, y ahí hay una redacción y una edición que se hacen una y otra vez para acomodar las cosas, y esto se aleja muchísimo de lo que procuro buscar en el cine, que es la realidad y la veracidad. Esto es un marco conceptual.

También hay una razón personal: las personas cercanas en mi vida eran de pocas palabras. Mi padre no hablaba mucho conmigo, y en nuestra comunicación predominaba transmitir el mensaje a través de la expresión facial. Posteriormente descubrí a mi primer actor, Lee Kang Sheng, quien también es una persona de pocas palabras, en su vida personal habla muy poco. Y puesto que yo enfoco, pongo el énfasis sobre las personas, no sobre los actores dentro de mis películas, me concentro en esas figuras humanas. Y puesto que él no es alguien que hable mucho, no lo he forzado a que hable y más bien me he adaptado y he adaptado estas influencias y presencias personales en mi vida, en lo que es mi arte.

Parece contradictorio lo que me plantea sobre la realidad y la veracidad con el hecho de que su personaje del monje en El caminante lo inserta dentro de un ambiente real, no controlado por usted. Es su obra más radical, pero ¿no encierra una contradicción en sí con la realidad?

La película, o el cine como arte nunca es la realidad; es un arte pero no equivale a la realidad. Yo lo que mezclo, no en una balanza, sino mezclados, son la realidad y la realidad que traigo dentro, mi propia realidad. Él, El caminante, encarna este concepto abstracto del lento avanzar del tiempo, está simbolizando cierto tipo de espíritu. La idea es que este espíritu yo lo he extraído de una persona real que vivió en China hace mil 300 años, el monje Xuanzang (602-664), un monje budista que caminó desde el corazón del imperio chino hasta India para tomar el aprendizaje del budismo y también para recopilar sutras budistas. Lo que yo quiero plasmar no es literalmente este monje, sino este espíritu, este fenómeno del lento y largo y tortuoso y muy accidentado caminar.

Y después hay un segundo desarrollo de la idea, que es tomar este caminar y llevarlo a distintos lados del mundo donde se está realizando en muy distintos contextos que claramente desentonan, contrastan con esta caminata. Y aquí se da una complementación entre dos situaciones: por un lado tenemos a esta persona real con su trasfondo histórico y, por otro, esta nueva creación de El caminante, que siempre sí tiene un alto grado de abstracción, no estamos tratando de repetir al monje de hace mil 300 años. Lo que Lee Kang Sheng hace interpretando a este caminante es realmente un performance. Sí tenemos un trasfondo histórico antiguo, pero realmente esto concuerda mucho con nuestra contemporaneidad; entonces, el arte que él hace dentro de la película se acerca mucho más a lo que es el performance.

El monje Xuanzang tenía un punto de partida y un destino. ¿Cuáles son los suyos como cineasta?

Siempre camino hacia adelante. No sé qué hay hacia adelante, pero tengo la sensación o intuyo que hacia adelante está lo bueno y hacia ahí voy. El cine implica desarrollo, la creación también. Esto no se puede y no se debe detener. Sólo aquello que es verdadero arte sigue desarrollándose con el tiempo, entonces no hay un punto al que debas o puedas llegar. Por ejemplo, yo hago cine de autor, no busco un público, no pienso en la taquilla; entonces, sí me puedo dar el lujo de tener estas restricciones. Pero el cine comercial definitivamente se ha estancado, sus directores definitivamente se han estancado, están desarrollándose dentro de satisfacer una expectativa, el público o la taquilla, entonces no hay un desarrollo y sí están muy estancados. El verdadero cine y el verdadero arte implica rebeldía, uno se rebela y dice: “Yo no quiero repetir aquello que la gente antes de mí hizo”. Esto es lo que al cine de autor y al arte de autor le abre este camino de desarrollo sin algún objetivo preciso a llegar.

¿Realmente no piensa en un público?

Un espectador en Taiwán una vez me dijo: “Me gustan mucho tus primeras películas, el primer periodo de diez, que son un poco dramáticas, me gustan las obras que hiciste para televisión, pero cada vez te entiendo más”. Y yo le contesté: “Yo no te puedo esperar. Sé qué es lo que a ti te gusta, pero no me puedo detener en este punto, no me puedo estancar allá, quiero seguir caminando adelante”. Estoy muy feliz haciendo El caminante, pero sí estoy consciente de que este tipo de arte no vende boletos y que para mucha gente es un reto sentarse en el cine y ver estas larguísimas tomas, en un tipo de cine que, al parecer, no ofrece mucho contenido, es decir se aleja mucho de sus costumbres de ver cine.

Para usted, ¿ficción es sinónimo de cine comercial? ¿O en qué momento una historia de ficción puede convertirla en arte?

Sí existe esta posibilidad. Cualquier camino se puede tomar para llegar a una obra excelente. Mi propia opinión es que la mayor parte de los cineastas no han tomado este camino de reflexionar sobre las posibilidades que ofrece el cine. La enorme cantidad de películas comerciales que vemos implica una enorme repetición, se repiten y se repiten tanto modelos de filmación, como de construir diálogos, y no hay ningún progreso, en eso se basan porque eso es lo que atrae al dinero. Cada forma de arte, de cine, se puede desarrollar, pero poca gente se pone a reflexionar bien cómo desarrollarla, por eso este estancamiento del cine comercial, quizás ahí se puedan hacer cosas muy interesantes.

¿A qué atribuye esa tendencia?

El problema es que todo en cuanto a la producción cinematográfica comercializada son elementos y factores ya establecidos: la película tiene que tener su guion, música, en el guion debe haber un clímax, algunos momentos muy intensos, desenlace, actores y actores muy bonitos, todo está súper establecido. Y lo peor es que esto se les enseña a los jóvenes que estudian cine en las universidades y escuelas de cine: que tienen que producir cinematografía según estos criterios establecidos, les muestran esquemas. No les enseñan a romper con estos moldes y a liberarse de estos esquemas, así que en el proceso de aprendizaje ya se acostumbraron a que tiene que producir según el molde. Todas las preguntas dentro del proceso educativo dentro de estas instituciones artísticas se basan en: cuando me titule, ¿voy a poder tener trabajo?, ¿voy a filmar?, ¿voy a ganar dinero, a sobrevivir?. Pero no está la pregunta: ¿Voy a poder crear? Esto es mi percepción. Y lo digo desde la experiencia personal de haber ido a instituciones educativas y haber tenido acercamientos con estudiantes y ver la situación que viven.

Bueno, desde el mismo uso de la palabra “producción” para referirse al proceso de crear una película está implícito esto.

A partir del año 2000 el cine no sólo está estancado, sino también asediado, restringido dentro de esta área que es el cine industrializado, la industria del cine como le llaman. Esa situación me parece muy grave. Y hay otros factores que dañan el concepto y la estética del cine. Por ejemplo, la explosión de los medios sociales, esto es que estamos viendo más contenido en los celulares, las plataformas como Netflix, la producción de películas a través de celular, como las llamadas películas verticales de algunos minutos ahora de moda en China. Todo esto está dañando enormemente los fundamentos y la estética del cine. Yo estoy sintiendo que usted también tiene las mismas sensaciones que yo.

Así es. Y con esta percepción, desde sus primeras películas hasta El caminante veo un cine muy espiritual, aunque usted habla mucho más de la libertad. ¿Cómo ubica su cine: en la libertad o en la espiritualidad?

Cualquier creación artística, cine, pintura, literatura, necesita libertad. Necesitas estar libre por dentro y moverte en un mundo libre para poder realmente hacer una creación artística. Hay países donde no hay ningún tipo de libertad, y sus creadores de arte sufren tremendas dificultades. En un país sin libertades, si tienes que filmar una escena donde los actores tienen que representar que hacen el amor y no pueden ni siquiera quitarse la ropa, es un impedimento grande. ¿Por qué me gusta Taiwán? Porque es un espacio de creación muy libre, donde se puede crear con libertad. Antes no era así, pero poco a poco se fue liberando y hoy ya lo es.

¿Se considera usted mismo un monje del cine?

Ja, ja, ja. En cuanto a la espiritualidad, debo decir que sí me parezco mucho al monje Xuangzang. Espero que mis obras tengan mucha fuerza como para poder influir a mucha gente. Espero que en mi expresión del cine yo llegue a crear obras que sean como los sutras budistas cuyo propósito justo es influenciar a muchas mentes. Efectivamente, yo no le apuesto al concepto de la moralidad, no voy por ese lado, sino justo por la espiritualidad, esto viene de mi propia búsqueda y persecución de lo que es la libertad y la expresión libre. Esto es lo que cada uno debe encontrar primero: su propio ser dentro de su interior. Puedes tener una buena valoración sobre ti mismo y justo esto es lo que tienes que ubicar dentro de tu interior y expresarlo. Esto es la idea medular del budismo: cada persona es un Buda, solo que no lo sabe, tienes que ir a buscar a ese Buda en tu interior. Esto es lo que puede hacer una buena obra de arte: incitarte, motivarte, provocarte a ir a encontrarte a ti mismo, a ese Buda en el interior.

Ya, dígame, ¿cuándo va a hacer una película sobre Chavela Vargas?

Ja, ja, ja. Lo que podría hacer es utilizar su música dentro de mi película. Voy a intentarlo.

Debo aclararle que Chavela Vargas no nació en México, sino en Costa Rica. Pero cuando a ella le cuestionaban que no había nacido en México, respondía con su frase más famosa: “Los mexicanos nacemos donde se nos da la chingada gana”.

Ja, ja, ja. Eso se aplica a mí. Nací en Malasia pero soy de Taiwán. Estas personas que nacemos en un lado y estamos en otro, y en todos lados, de repente nos encontramos y hay este sentimiento de intimidad.

AQ

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