Cultura

Yo también bajé al Pireo

Reseña

Con la publicación de ‘Bajé ayer al Pireo’, David Noria se convierte en el primer autor de la generación mexicana de 1990 que publica un libro de ensayos de tema helénico pensado desde y para América Latina

La historia de las artes y las humanidades es la historia de las crisis humanas. Recordemos que κρῐ́σῐς significa también “decisión”, incluso “juicio”. Cuando digo historia de las crisis quiero decir historia de las decisiones: de la vuelta a los viejos pasos o los nuevos caminos que se van transitando. Muchos de los poetas más radicales de nuestro tiempo han vuelto los ojos al pasado para reinventar el presente, para abrir una de las muchas ventanas al futuro: el chileno Raúl Zurita ha escrito una nueva Commedia transformando el camino de Dante y la canadiense Anne Carson ha renovado las fibras de nuestra comprensión del mundo a partir de Safo, Simónides, Sófocles, Eurípides o Catulo.

En esta ocasión, la decisión del escritor, traductor y académico David Noria (Ciudad de México, 1993) fue traer la cultura griega de vuelta a la discusión. El primer libro de Noria, Nuestra lengua (UNAM/AML, 2023), es un ensayo sobre la historia del español. Es llamativo que el primer libro del escritor ronde su materia prima: la lengua, el pasado, las relaciones con otras culturas e idiomas, la literatura, el futuro de un habla, la idea de comunidad intelectual. Su segundo libro, Bajé ayer al Pireo. Estudios helénicos (Bonilla Artigas Editores, 2025), es entonces una continuación lógica de sus intereses y preocupaciones. Pero no nos adelantemos.

He observado dos tendencias en el ensayo actual escrito en México: el ensayo “de ideas” (el ensayo clásico, que apuesta por llegar a un yo a través de los demás) y el ensayo personal (proveniente de la tradición estadunidense, que apuesta por llegar a los demás a través de un yo). Ambas caras son saludables y necesarias; ambas hacen de la ensayística un territorio fértil. Mi entusiasmo por Bajé ayer al Pireo radica en que decidió seguir la línea del ensayo tradicional, hecho de ideas y de los temas que parecen caber mejor en un libro académico. La sutileza y la pluma fina del autor hacen que esta obra sea para todo público, para las lecturas curiosas y entusiastas, pero también lo hace un punto de encuentro para los especialistas y los helenófilos.

Noria —mitad mexicano, mitad colombiano; helenista de formación y estudiante en Francia— es lector y heredero directo de intelectuales como Rufino José Cuervo, Miguel Antonio Caro, Alfonso Reyes, Octavio Paz o Jaime García Terrés: pensadores que ofrecieron “banquetes de la civilización” desde México o Colombia e hicieron de sus países el centro del diálogo. Por ello, la publicación de Bajé ayer al Pireo no es un hecho menor: nuestro autor es el primero de la generación mexicana de 1990 que publica un libro de ensayos de tema helénico pensado desde y para América Latina, un libro que establece una autoridad intelectual frente a otras tradiciones helenísticas, como la francesa, con la que Noria dialoga y debate.

La obra se compone de tres secciones y un epílogo. Comencemos por dos méritos enormes, que hacen de este libro algo fresco y original: 1) la figura tutelar del libro no es el mítico Homero —figura, por otro lado, absorbida por Reyes en numerosos textos y poemas—, sino Tucídides, el célebre autor de la Historia de la guerra del Peloponeso, que vivió y escribió durante el siglo V a. n. e., el de mayor esplendor de Atenas y el que marcó su caída; 2) si bien el libro es una recopilación de varios textos relacionados con Grecia, Noria ha enlazado también historia, política, filosofía y literatura, disciplinas que, como recordaremos, Occidente heredó de dicha tierra. Es decir, no solo es un libro temático: tiene el espíritu y la curiosidad que tuvieron los hijos de Heleno.

La primera sección, “Tucídides sincero y grande” —ya Noria ha explicado que el título proviene de Cicerón— comienza con un ensayo que delimita y acota las imprecisiones de la palabra grecolatino, ese cajón donde desidiosamente guardamos todo lo que sea la Antigüedad de Occidente. Continúa un breve recorrido por la poesía de tema bélico, una traducción de Solón y varios capítulos dedicados al afamado historiador de la guerra entre Esparta y Atenas. Noria sabe plantarse, como académico y escritor, frente a las actitudes y lecturas positivistas francesas de la obra de Tucídides: la separación entre la historia como hecho fáctico y los recursos retóricos para expresarla. Cierra esta sección un recorrido de las implicaciones de la guerra en Platón y Jenofonte, una traducción de Jacqueline de Romilly sobre las metáforas de medicina en la política griega y una semblanza crítica de Jacques Lacarrière sobre Sófocles. Como lector entusiasta, me da mucha curiosidad saber qué opina Noria sobre Lisístrata y Aristófanes. Aquí termina la parte de la Grecia antigua.

La segunda sección, titulada “Nuestra Grecia” —basada en José Martí—, explora algunas significaciones filosóficas, literarias, políticas y académicas de Grecia en la América Latina del siglo XX. Gesto necesario para recordarnos que el mundo siempre es más grande que Estados Unidos y Europa del Oeste, que podemos seguir fundando nuestra propia relación y tradición con los clásicos. Por tanto, Noria le dedica textos a Alfonso Reyes y José Luis Martínez, a Cornelius Castoriadis y su amistad con Octavio Paz, así como semblanzas fascinantes de Salomón de la Selva (autor también de la Evocación de Horacio y de la Evocación de Píndaro), Pierre Vidal-Nacquet, y su papel fundamental en la denuncia de crímenes cometidos por el Estado francés en el siglo XX, y Raúl Torres, uno de los helenistas más ilustres de nuestro país.

Esta sección, que bulle y demuestra que el conocimiento es inútil si asciende al Olimpo y no baja al ágora, incluye una entrevista al historiador y filósofo François Dosse —“moderno Plutarco” lo llama Noria— y al historiador Hernán Taboada. Las entrevistas van y vienen de la vida y obra de los entrevistados a momentos particulares de las coyunturas políticas que el argentino y el francés han vivido. La sección termina con un comentario a la novela Cristo de nuevo crucificado de Nikos Kazantzakis, en la que el autor de Zorba el griego discute, entre otros temas, la coexistencia de la religión y la política: el cristianismo ortodoxo —el resabio de Bizancio— y el comunismo —las huellas de la revolución moderna—. Aquí termina la parte de la Grecia moderna, pero comienza el verdadero diálogo.

La última parte del libro, “Nadie puede lavarse las manos en el mar Egeo” —un verso de Yorgos Seferis traducido por García Terrés— inaugura la parte de poemas, prosas líricas y traducciones de David Noria que orbitan alrededor de lo griego. Esta parte es especialmente bella porque podemos leer a un poeta caminar y ver y probar las calles de Grecia, bajar al Pireo como hizo Sócrates dos mil años antes o pasear por las ruinas de Estagira, alguna vez el centro del mundo. Me llama la atención que el poeta escogiera una conciliación con el tema griego y las formas hispánica: las rimas en versos pares, el uso de endecasílabos, octosílabos y hasta una lira. Noria es un escritor de sensibilidad fina, prolijo, miembro de otra gran tradición literaria: la española. Como notó Alejandro Higashi, el mérito de estos textos es su capacidad de trascender lo griego o lo hispano: no son poemas sobre Grecia, sino poemas —a secas— con el tema griego como piedra de toque o escenario.

Además de la traducción del poema de Solón (I) y otros artículos (I), la tercera sección incluye también un fragmento del Ión de Platón, dedicado a la poesía, un poema de Meleagro de Gádara y unos versos de Valery Larbaud en los que Marsella —otra ciudad portuaria— y Atenas se difuminan y confunden. Larbaud, por cierto, es un escritor poco conocido en México, pero saludó entusiastamente en su prólogo la traducción al francés (hecha por Jeanne Guerandel) de Visión de Anáhuac de Alfonso Reyes. Debo reprocharle al autor que haya excluido la selección que tradujo de Les Stances (“Las estancias”) del poeta simbolista francés Jean Moréas, que nació en Grecia con el nombre de Ioannis Papadiamantópulos. Cito, con consentimiento del traductor, un ejemplo:

Marejada de luz que inunda el cielo,
círculo reluciente de las costas,
sobre la chimenea el humo inmóvil,
cipreses negros en azul cortina.

Follaje de olivares del Cefiso
que el aliento de Sófocles agita.
A pesar del ultraje el mármol roto
el porvenir resguarda entre sus grietas.

El monte Himeto repeliendo sombras
el día retiene en su encarnado flanco.
Escombros, árbol, río y horizonte,
volver a verlos fue volver a amarlos.

El epílogo del libro da razón y explica el origen del interés de Noria por los griegos y los textos aquí recopilados, que van de 2015 a 2023: un conjunto orgánico que resultó en un libro equilibrado, pulcro y ordenado —Aristóteles lo aprobaría—. Noria, como muchos de sus predecesores intelectuales, sabe griego y sabe Grecia, pero también sabe francés y Francia y español y América. Por eso, Bajé ayer al Pireo se planta como un libro importante en la discusión intelectual de nuestros contemporáneos. El pasado remoto es igual de nuestro que el futuro próximo. El pasado también debe discutirse en la plaza pública, en los cafés o bares, no solo en las universidades.

No sé si estas palabras le hayan hecho justicia a Bajé ayer al Pireo, que retoma la primera línea de la República, una de las obras más ambiciosas de la filosofía occidental. En el libro platónico, se propone expulsar a los poetas de la ciudad ideal por el efecto mimético de sus palabras. Estoy seguro, sin embargo, que David Noria no sería expulsado de ninguna ciudad, pues un libro tan bello como el suyo es una invitación a que leamos, discutamos y escuchemos a los griegos. A que los podamos pensar de otra manera; no desde allá, sino desde aquí: la lengua española, México, el siglo XXI, nuestras preocupaciones e intereses. Y si algún monarca ensordecido lo expulsara, yo también me iría a buscar esa luz que sigue proyectando la realidad de todas las sombras.


Fabián Espejel (Ciudad de México, 1995). Poeta y traductor. Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes 2023 y Premio Bellas Artes de Traducción Margarita Michelena 2024. Es editor del volumen Bosque de pólvora. Lecturas explosivas sobre Alfonso Reyes (UANL, 2025). Es miembro de la Asociación Mexicana de Traductores Literarios y, actualmente, jefe de redacción del Periódico de Poesía de la UNAM.

AQ

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Laberinto es una marca de Milenio. Todos los derechos reservados.  Más notas en: https://www.notivox.com.mx/cultura/laberinto
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