“¡No te cases porque luego ya ni tienes sexo!”, es la idea con la que varias parejas han llegado al consultorio de la sexóloga y terapeuta, Adriana González Piña. Sin embargo, esta percepción no podría estar más alejada de la realidad: a menos que haya un tema de dificultad sexual, explicó, bajo ninguna otra circunstancia el matrimonio debería condenar el deseo.
Por el contrario, la intimidad tiene un rol importante para el bienestar del matrimonio. El asunto está entender, primero, que no es el único parámetro para medir la estabilidad de la pareja— mucho menos si está basado en “una idea pornográfica del sexo”—; y segundo, que no será igual que en la etapa del enamoramiento: cambiará progresiva y radicalmente, pero no desaparece.
“Es normal que se pueda ir transformando. Y para poder mantenerlo vivo, se requiere de nutrición emocional. (...) La intimidad sexual también implica erotismo, cercanía, caricias, deseo, excitación y no siempre tiene que llevar esta carga de tener el acto sexual con penetración, eyaculaciones y orgasmos”, dijo en entrevista con MILENIO.

La experta en relaciones de pareja señaló que esta creencia (de “si no hay sexo, está mal la pareja”) es uno de los mitos que más relucen cuando se habla de sexo y matrimonio.
Adoptar dicha idea, sin intentar abrir la comunicación para identificar la inconformidad o el descontento, lleva a la pareja a un círculo vicioso con posibilidad de terminar en infidelidad.
“A veces actuamos como todo o nada: ‘Si no va a haber esto, nos alejamos y mejor ya no toco ni tantito’, y se hace un ciclo: evitar el uno al otro, se incomoda, se siente frustrado, entonces hay un reproche y eso deteriora muchísimo”, explicó a este medio.
Ante ello, González remarca la importancia de adaptar la sexualidad al “nuevo contexto” de la pareja o del matrimonio, así como procurar mantener abierta y transparente la comunicación; que al final es la solución a este y otros mitos de este tema.

“El amor depende del deseo sexual”
Tener relaciones sexuales abona al bienestar de la relación, pero no es lo único que la mantiene viva, especialmente en relaciones de largo plazo— cuando el cerebro ya no experimenta ese disparo de dopamina que lo lleva a no tener juicio en el enamoramiento—.
“Si vemos el enamoramiento en todos los sentidos, no sólo es lo sexual, también es lo emocional y el interés por la otra persona”.
Ahí es cuando más se manifiestan los diferentes “lenguajes de amor”; los cuales Gary Chapman, un escritor y consejero matrimonial estadounidense, llegó a clasificar en cinco tipos: palabras de afirmación, tiempo de calidad, recibir regalos, actos de servicio y toques físicos.
Incluso en el propio deseo sexual influyen otros factores más allá del contacto físico, tales como los relacionales, psicológicos y hormonales. “Por ejemplo en las mujeres: cuando hay variantes en los estrógenos, hay más deseo sexual”, agregó la sexóloga.
Por supuesto, todas estas circunstancias pueden generar fricción en la pareja; más aún si ambas partes tienen la ilusión de que en todo el matrimonio, o en la relación larga, sobrevivirá ese “amor de película” que había al inicio.
“Cuando no es así, el principal mito es que algo está mal en la relación y que ‘no estamos funcionando’. Entonces cuando viene esa creencia, nuestro actuar viene más desde el miedo y desde ahí podemos hacer muchas cosas que perjudiquen”, remarcó González.

“Tener hijos apaga el sexo”
El deseo sexual se modifica tanto como la vida de la pareja lo haga. Si hay demasiado estrés por la mudanza, si por cuestiones laborales ya no coinciden tanto en tiempos o cuando se convierten en papá y mamá.
La llegada de hijos e hijas inevitablemente cambiará la sexualidad, pues una gran parte de sus horas se dedicarán a la crianza— especialmente durante los primeros años de vida de la o el pequeño—. Como mencionó González, se adquiere un nuevo rol.
“Eso va afectando porque trae cambios hormonales, cansancio o falta de tiempo. Son factores súper determinantes de cómo transforman el deseo sexual”, explicó la sexóloga. “Este rol de cuidado es muy distinto porque alguien depende completamente de ti. Entonces, a veces, se inhibe mucho esta activación física por el estrés o el cansancio crónico, una sobrecarga mental”.
“El deseo sexual es sólo hacia la pareja”
Decidir compartir una vida con otra persona (en matrimonio, unión libre o sólo como noviazgo) no significa que la activación del deseo sexual ocurrirá únicamente en los momentos de pareja.
O sea, explicó Adriana, el argumento “Al estar conmigo sólo puede desearme” no es válido ni tampoco benéfico: “El deseo sexual existe de forma generalizada. Si tú ves un estímulo sexual que es efectivo para ti, pues vas a sentir el deseo”.
No obstante, destacó, ello no es justificación alguna para faltar a los acuerdos de fidelidad que se plantearon: “Una cosa es sentir deseo y otra es romper un compromiso o tener un acto (de infidelidad)”.