Puede que ninguna etapa de la vida genere tanta admiración y rechazo como lo ha hecho la vejez. En el siglo IV diversas culturas de Mesoamérica rendían culto a Huehuetéotl, deidad del fuego, el hogar y la sabiduría. Su nombre, que traducido del náhuatl significa “dios viejo”, se convirtió en uno de los más importantes y venerados de la región.
Un el siglo después, a miles de kilómetros de distancia, Qin Shi Huang, el primer emperador de China unificada, se obsesionó con la búsqueda de la eterna juventud: envió expediciones lejanas y reclutó alquimistas y sabios taoístas para encontrar la poción que detuviera el desgaste de su cuerpo.
Si bien, de algún modo ambas visiones de la vejez han perdurado hasta hoy día, han dejado de ser suficientes en un mundo que avanza hacia una población mayoritariamente adulta. Es por ello que especialistas, como Víctor Manuel Mendoza Núñez, gerontólogo de la UNAM se encuentran diseñando nuevas formas de pensar, pero sobre todo, de vivir esta etapa de la vida. Una clave de ello, según plantean, es el Ikigai.
¿Por qué el ikigai es un indicador del envejecimiento saludable?
Uno de los grandes desafíos a nivel mundial es lograr un envejecimiento saludable, es decir, que a pesar de los años, las personas logren mantener todas aquellas capacidades que les permiten ser o hacer lo que es importante para ellas, independientemente de si se trata de nadar, salir con amigos, cocinar o aprender cosas nuevas.
Desde la antigüedad, hasta hoy, se han propuesto infinidad de formulas para lograrlo: dietas, bebidas, suplementos, tónicos milagro. Prueba, error y diversas investigaciones han demostrado que lo verdaderamente efectivo está en el cuidado de la alimentación, el ejercicio regular y la satisfacción social puntos que a son considerados pilares para una vejez digna.

Sin embargo, investigaciones recientes han llevado a especialistas como el Dr. Manuel a considerar un nuevo factor dentro del envejecimiento saludable.
“El motor para la longevidad son los motivos de vida, los japoneses le llaman ikigai”, dice en una entrevista para MILENIO.
El concepto de origen milenario y enraizado en la cultura japonesa combina los términos “iki” : “vivo” o “vida”, y “gai”, que significa “beneficio” o “valor”.
Gracias a la publicación del libro Ikigai: Los secretos de Japón para una vida larga y feliz (2016), su uso se fue expandiendo a diferentes partes del mundo. Su popularidad se disparó principalmente el un diagrama de Venn diseñado por Andrés Zuzunaga, mismo que ayudaba a identificar el propósito de vida.
La herramienta, conformada por cuatro círculos, toma como referencia lo que se ama, lo que el mundo necesita, el área en la que se es bueno y en lo que se puede recibir un pago. Así, la intersección de estos cuatro aspectos resulta en el ikigai, punto donde pasión, misión, vocación y profesión se alinean.
Sin embargo, este enfoque (popular entre coaching occidental y los libros de autoayuda) ha sido sumamente criticado ya que se aleja del concepto original.
Aunque la dimensión completa sólo puede entenderse desde la propia cultura japonesa —como sostiene la escritora Mieko Kamiya— a grandes rasgos Ikigai se traduce como “una razón de ser”, misma que existe independientemente de si se es productivo o se obtiene una remuneración por ello, abriendo espacio al placer en las pequeñas de las pequeñas cosas.
“Si no tenemos motivos de vida ¿Para qué vivimos?”, se cuestiona el doctor Víctor.
Estudios recientes han demostrado que tener una razón por la cual vivir está estrechamente vinculado con mejores resultados físicos , psicológicos y sociales en adultos mayores. Por ejemplo, el análisis longitudinal realizado en 2022 evidenció que el Ikigai se asocia con una mayor longevidad y bienestar general en la población japonesa de edad avanzada.
En 2024, una investigación con enfoque biopsicosocial encontró que tener una razón de vida está relacionado de manera significativa con niveles más bajos de depresión, mejor función cognitiva y mayor integración social, lo que sugiere que el motor de vida ayuda a tener un envejecimiento activo y significativo.

¿Cuál es mi Ikigai?
Por lo general, las personas depositan sus motivos en otros, sin embargo, en gerontología se procura que los adultos mayores identifiquen las razones que mueven su día a día.
“Como viejo, mis motivos de vida no tienen que ser solo mis hijos, mi familia y los demás. No, ¿qué quiero para mí? ¿Qué voy a hacer con mi vida? ¿Cuáles son mis planes a futuro? ¿Quiero aprender cosas? ¿Quiero dar mentorías? ¿Qué quiero con mi vida? Para mí. No vivir a través de los otros”
En México, la esperanza de vida de las mujeres a los 60 años es de alrededor de 22 a 24 años más, es decir, se espera que quienes llegaron a esa edad superen los 80 años. En el caso de los hombres el promedio es de 20 años más.
“Entonces cuando dicen, "Es que ya estás viejo, descansa." ¿Puedes descansar 20 años? “Es que ponte a viajar”, ¿Voy a viajar 20 años? No tiene sentido. Esta etapa de la vida nos da la oportunidad de desarrollo y se nos deberían dar las condiciones para que ocurra ese desarrollo”, explica el gerontólogo, quien en consciente de que existe un gran camino para ello.
"Si los apoyos económicos estuvieran acompañados de programas gerontológicos, con un envejecimiento activo y con una visión saludable y de bienestar, entonces no solamente viviríamos más, sino viviríamos de manera satisfactoria", recalca.
Dentro del margen de posibilidades que tiene una vida en su particular espacio y tiempo, más que un punto final, la vejez es un nuevo punto de partida.
LHM