La trayectoria delictiva de algunos de los 26 generadores de violencia que el pasado 12 de agosto fueron entregados a Estados Unidos no había terminado pese a estar privados de la libertad en centros penitenciarios federales y estatales mexicanos. Desde su reclusión, varios de ellos continuaban dirigiendo operaciones criminales que incluían el amedrentamiento de funcionarios públicos y otro tipo de delitos como la extorsión.
Dicha circunstancia, sumada a los cargos que enfrentaban en el país vecino, los convirtieron en candidatos para conformar el segundo paquete de delincuentes de alto perfil que han sido expulsados a Estados Unidos en lo que va de la administración de la presidenta Claudia Sheinbaum.
Fue durante conferencia de prensa que el titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), Omar García Harfuch, detalló que la operación fue una decisión soberana en atención a la Ley de Seguridad Nacional y que, además, estaba alineada con la estrategia nacional contra la extorsión.
Si bien el secretario de seguridad afirmó que las operaciones delictivas eran coordinadas desde prisión a través de las visitas que recibían los generadores de violencia -las cuales no pueden ser negadas con base a los derechos humanos- su declaración puso a discusión el estatus en el que se encuentran los centros penitenciarios en México, especialmente aquellos que han albergado a líderes criminales de alto perfil y poderío.
¿En qué cárceles estaban recluidos los 26 capos entregados a Estados Unidos?

De acuerdo con el comunicado que el Gabinete de Seguridad emitió sobre la operación, 14 de los 26 generadores de violencia entregados a Estados Unidos fueron extraídos de centros penitenciarios federales. Once más provenían de prisiones ubicadas en la Ciudad de México y uno más del estado de Baja California.
Aunque autoridades no precisaron de qué penales se trataban, MILENIO realizó un rastreo de información sobre los últimos penales en donde se tuvo conocimiento que se encontraban los criminales de alto perfil que fueron entregados a autoridades estadounidenses.

Aunque de nueve de ellos los datos son escasos, del resto, su perfil y trayectoria delictiva los llevó a pasar cortas o prolongadas estadías en algunos de los Centros Federales de Readaptación Social (CEFERESOS) que se encuentran distribuidos en diferentes estados del país.
No obstante, su propio proceso, recursos legales promovidos por sus defensas u órdenes judiciales también motivaron a que, con frecuencia, los detenidos fueran trasladados a distintos penales, incluyendo algunos estatales.
Los CEFERESOS que albergaban a capos de alto perfil

Por el tipo de fuero de los delitos que pesaban en su contra, algunos de los 26 capos de alto perfil entregados a Estados Unidos libraban su proceso legal en penales federales, siendo el Centro Federal de Readaptación Social (CEFERESO) No. 1 ubicado en Almoloya de Juárez, Estado de México, el más frecuente.
Entre los muros alambrados del también llamado Penal del Altiplano han estado recluidos antiguos líderes del narcotráfico como es el caso de Miguel Ángel Félix Gallardo o el mismo Joaquín Guzmán Loera, no obstante, también han llegado algunos representantes de las nuevas generaciones, tal y como ha sido el caso de los detenidos de alto perfil que ha dejado el estallido del conflicto entre Los Chapitos y La Mayiza en Culiacán.
Colaboradores de los hijos del Chapo Guzmán como Martín Zazueta Pérez, alias El Piyi, Kevin Gil Acosta -El 200- y Mauro Alberto Núñez Ojeda -El Jando- fueron trasladados al CEFERESO No. 1 luego de sus respectivas detenciones en Culiacán, una suerte que también corrieron el yerno de El Mayo Zambada, Juan Carlos Félix Gastélum -alias El Chavo Félix- y el ahora ex líder de los Arellano Félix, Pablo Edwin Huerta Nuño -alias El Flaquito-.

Ninguno de dichos generadores de violencia pasó más de un año recluido en México, sin embargo y aunque el Diagnóstico Nacional de Supervisión Penitenciaria 2024 de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) lo tiene contemplado como uno de los penales federales mejor evaluados, su historial de irregularidades es amplio.
Basta con recordar que en 2015, ante la mirada de autoridades penitenciarias y otros reclusos, Joaquín El Chapo Guzmán se fugó de dicho centro penitenciario considerado de máxima seguridad a través de un túnel de poco más de un kilómetro que conectaba con el baño de su celda.
En un caso más reciente, José Antonio Yépez Ortiz fundador del Cártel de Santa Rosa de Lima (CSRL) fue trasladado al CEFERESO 14 en Durango luego de que, de acuerdo con el analista en seguridad, David Saucedo, autoridades tuvieron conocimiento de que continuaba operando su red criminal desde el penal El Altiplano.
"Lo hacía por tres canales [...] vía sus abogados, quienes tenían acceso a El Marro para poder darle asistencia jurídica en el proceso que sigue en curso en contra de él, en segundo término, por las visitas de sus familiares y amigos que recibía en el penal de El Altiplano y donde él aprovechaba dichas visitas para poder dar información complementaria e incluso en redes sociales circularon mensajes amenazantes del propio José Antonio Yépez desde prisión hacia ciertos liderazgos criminales en la zona del Cártel de Santa Rosa de Lima", dijo el especialista en seguridad a la periodista Wendoline Adame para MILENIO.

Pese a dichos episodios, el último diagnóstico penitenciario de la CNDH consideró que en el CEFERESO No. 1 existía una apropiada atención a las condiciones de gobernabilidad y de reinserción social de las personas privadas de la libertad.
Hasta el momento en el que se escribe esta nota, se desconoce si el líder del Cártel de Santa Rosa de Lima cuente con cargos en su contra en Estados Unidos, no obstante, sí fue enviado a un penal federal que ha albergado a objetivos reclamados por la justicia estadounidense, tal fue el caso de Luis Raúl Castro Valenzuela, un cabecilla del Cártel de Sinaloa que, antes de ser entregado a Estados Unidos, también fue recluido en el CEFERESO 14 de Gómez Palacio, Durango.
En 2021 la misma CNDH emitió una recomendación a las autoridades de dicho centro penitenciario federal luego de que se suscitó un motín que requirió la intervención de la Guardia Nacional así como de que se reportaran irregularidades como torturas e incomunicación de los internos. Dichos sucesos se mantuvieron hasta 2024 y quedaron plasmados en el Diagnóstico Nacional de Supervisión Penitenciaria 2024, el cual señaló que el CEFERESO 14 tiene una insuficiencia de personal de seguridad y custodia así como deficiencia en la atención a adultos mayores.

Esas mismas deficiencias las presenta el CEFERESO No. 12 "CPS" de Guanajuato, el cual también albergó a José Baldomero Fernández Beltrán, alias El Mero, un cabecilla del brazo armado de Los Pelones del Cártel de Sinaloa que también fue recientemente entregado a autoridades estadounidenses. Reportes de medios locales dan cuenta que ese centro penitenciario federal también ha registrado intentos de motines y fugas en los últimos tres años.
Aunque la CNDH lo evaluó con una insuficiencia de personal de seguridad y custodia, el CEFERESO No. 13 "CPS" de Oaxaca se convirtió brevemente en el hogar del líder criminal más importante del paquete de 26 que fueron entregados recientemente a Estados Unidos: Abigael González Valencia, alias El Cuini.
El cuñado de Nemesio Oseguera Cervantes, líder del Cártel Jalisco Nueva Generación, previamente había permanecido recluido en el Penal de El Altiplano y el CEFERESO No. 14 en Durango. De acuerdo con las declaraciones que uno de sus abogados dio al periodista Rubén Mosso para MILENIO, El Cuini tenía alrededor de 10 días de haber sido trasladado a Oaxaca antes de su entrega a Estados Unidos, donde comparecerá ante una corte del Distrito de Columbia.

Servando Gómez Martínez, alias La Tuta, también destacó entre el grupo de generadores de violencia que fue entregado a Estados Unidos por su liderazgo en la Familia Michoacana. En diversas ocasiones, el líder criminal logró frenar su extradición a través de amparos, no obstante, no evitó ser cambiado de penal.
Tras su detención en 2015, La Tuta fue recluido en el Penal del Altiplano, no obstante, en diciembre de 2024 trascendió su traslado al CEFERESO 17 ubicado en Buenavista Tomatlán, Michoacán. Ese mismo año, la CNDH lo ubicó como uno más de la lista de centros penitenciarios federales con insuficiencia de personal de seguridad y custodia, la misma característica que los vuelve vulnerables a presentar condiciones de ingobernabilidad.
El comunicado del Gabinete de Seguridad señala que uno de los trasladados provenía de un penal de Baja California. Aunque no especificó cual de los 26 generadores de violencia se trataba o el penal del que fue extraído, trasciende que el diagnóstico penitenciario de la CNDH reprobó en su evaluación a dos de los tres centros de reinserción que operan en la entidad.

El Centro de Reinserción Social de Mexicali y el de Tijuana fueron evaluados con 5.5 y 5.7 puntos respectivamente mientras que el de Ensenada con 6.6, cifras que retratan su debilidad institucional y deficiencias para garantizar la reinserción social de los internos.
En lo que respecta a la Ciudad de México, el único dato obtenido fue el del Benito Barrios Maldonado, alias El Comandante, quien fue requerido por Estados Unidos por cargos presentados en su contra en el Distrito de Arizona. Tras su aprehensión en Sonora, el también exfuncionario público fue trasladado a la capital mexicana, en donde ingresó al Reclusorio Preventivo Varonil Oriente.
La CNDH documentó en su diagnóstico penitenciario que en dicho penal existen deficiencias en el procedimiento para la imposición de las sanciones disciplinarias, falta de normatividad, insuficiencia de personal de seguridad y custodia además de existir presencia de actividades ilícitas.
Es así como el traslado de los 26 generadores de violencia no sólo representó un paso para garantizar la seguridad de la ciudadanía sino que también expuso la deficiencia del sistema penitenciario mexicano, el cual no cuenta con las herramientas para neutralizar a líderes criminales con perfiles tan altos como los que llegaron a Estados Unidos.
ATJ