Sociedad

El sodomita y el silencio

Sucedió hace un chingo de años. Una de esas fiestas improvisadas que se arman cuando se tiene la certeza de que los papás estarán ausentes, fuera de la ciudad por un par de días. No recuerdo a quién pertenecía ese departamento en el corazón de las Fuentes Brotantes, pero sí que se me quedó muy grabada la decoración, hasta la madre de clichés que alimentaron el fodongo perfil de lo que debía, en autosugestión estoica, ser un intelectual exclusivo del sur del entonces Distrito Federal: muebles de madera, carteles de José Revueltas y viniles de Nacha Guevara, Guadalupe Pineda antes de venderse a Televisa y cosas por el estilo que me exasperaba por sus lamentos, como si los gimoteos fueran balas contra el desalmado sistema capitalista explotador. Y yo quería bailar, tenía tanto ron con cola que solo quería bailar y sacudir el cuerpo y las caderas contra un sistema construido para explotar la heterosexualidad. Por ahí había un tipo que se había apoderado de una encantadora tornamesa modelo setentero recubierto en aluminio que no dejaba de parlotear sobre las desviaciones capitalistas, algo que machacaba con insistencia desde que abrí el hocico para decir que era joto y de los sucios. Por suerte descubrí que arrumbado al final del estante había un disco de Erasure, el Chorus, en edición nacional. Le dije al tipo que si se atrevía a poner el acetato de Silvio Rodríguez, cuya contraportada leía con subordinación le partiría su madre, no supo reaccionar con huevos, se atrancó en unas risas mostrencas, yo puse la aguja sobre “Love to hate you” y empezamos a bailar sin ningún respeto por las insinuaciones antiyanquis. En algún punto de la madrugada solo quedamos en la sala yo y el tipo combatiente del capitalismo, cuyos preceptos me recordaban la charlas de mi padre cuando me recogía de la primaria en su vieja camioneta verde olivo. Como casi siempre pasa cuando el compadre se pone borracho acabamos encerrados en un cuarto con libros y un diván como de psicólogo; minutos después dijo algo así como: “Nunca pensé terminar como un sodomita, no estuvo tan mal…”, con una pose como un poeta copiándose el modelito John Lennon haciendo una travesura. Fastidioso.

Tengo apuntes de esa fiesta, aquella escena del baño no podía dejarla ir y creo se me ocurrió que podía ser la inspiración de una novela cursi. ¿Quién chingados seguía usando la palabra sodomita como sinónimo de homosexual? No estábamos en los años en que se habían grabado todos esos insoportable discos de trova que estuvo poniendo antes de que pusiera orden con mis joterías, eran unos incipientes noventa; sí, pero la palabra gay ya fluía gracias a las impertinencias de Boy George o el desafiante dinamismo dance de los grandiosos Pet Shop Boys con su éxito “Paninaro”, cuyo video era una frontal fantasía homosexual y a la presencia afeminada de Brett Anderson, vocalista de Suede, heterosexual confeso, su jotería corrosiva le hizo ganarse el respeto de muchas revistas gays, sobre todo del Reino Unido.

Recurrí a esos viejos y precoces apuntes ahora que he percibido un velado resurgir de la palabra sodomita en debates de las redes sociales, como efectos secundarios a las conferencias mañaneras de López Obrador, quien no puede ocultar su incomodidad ante esos temas que fraccionan su perspectiva de corrupción, prioridad nacional, según Andrés Manuel, por encima de temas como el aborto como dejó claro en su conferencia, ya no digamos el espectro del 8 de marzo. Desde que fue jefe de Gobierno de la capital dejó claro su postura respecto a la diversidad sexual, como asuntos no urgentes frente a la desigualdad, de algún modo negando a todos los homosexuales en situación de pobreza que por su vulnerabilidad requieren de estrategias especiales. Entiendo que la Comisión de Diversidad Sexual de Morena muestra una congruencia izquierdista al tomar decisiones independientes del autoconflicto del Presidente, pero, ¿cómo hacen para mantener a flote un carácter izquierdista cuando López Obrador sostiene acercamientos con representantes de grupos religiosos para discutir sobre moral? ¿Cómo quedamos parados los homosexuales frente a esas demostraciones de la autoridad de la 4T? ¿Cómo confrontar estigmas y abordar poblaciones clave, minorías, cuando el actual gobierno combate la corrupción con el mismo covencimiento con el que se reúne con líderes religiosos que se compromenten a repartir el mensaje de la Cartilla Moral y desde sus púlpitos donde la homosexualidad no merece más cosa que el infierno?

Fue en esas discusiones que leí en un post, alguien opinando “los sodomitas siempre queriendo leyes especiales para dividir la desigualdad”, de nuevo, la igualdad apoderada desde la tiranía buga frente a homosexuales temerosos a discutir sobre la diferencia. Recordándome esos añejos debates en los que se contemplaba lo homosexualidad como un capricho burgués, en el que se cae como un desliz borracho, como me sucedió en esa fiesta hippie.

Dice Andrés Manuel que él es “dueño de su silencio”, así como algunos de sus simpatizantes son dueños de su abierta homofobia que se alienta con su silencio.

Twitter: @distorsiongay

[email protected]

Google news logo
Síguenos en
Wenceslao Bruciaga
  • Wenceslao Bruciaga
  • Periodista. Autor de los libros 'Funerales de hombres raros', 'Un amigo para la orgía del fin del mundo' y recientemente 'Pornografía para piromaníacos'. Desde 2006 publica la columna 'El Nuevo Orden' en Milenio.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.