Una familia se desplaza en su vehículo por las calles de la zona sur de Tamaulipas. De repente, los oficiales de una patrulla de tránsito les marcan el alto. El conductor accede a detener la unidad, y el agente se acerca a la ventanilla:
– "Buenas, amigo, ¿me muestra su licencia, por favor?", dice el oficial.
– "¿Cuál es el motivo de que nos haya parado, oficial?", responde el conductor.
– "Además de la revisión de rutina, detectamos que se desplazaba a exceso de velocidad", señala el agente vial.
Así comienza una historia de dimes y diretes, un conflicto que podría ocurrir en cualquiera de los tres municipios de la zona sur y que todos sabemos cómo podría terminar.
Esta escena es solo una más en una cadena de incidentes que han desnudado un problema persistente en las corporaciones de tránsito en Tampico, Ciudad Madero y Altamira.
A lo largo de los años, la corrupción en estas corporaciones ha sido el talón de Aquiles de las administraciones municipales, sin importar el partido político en el poder.
Los agentes viales han sido señalados una y otra vez por actos de corrupción, y en los últimos tiempos, las redes sociales han sido el escaparate de estos casos, forzando a las autoridades a aplicar sanciones a los responsables.
Sin embargo, más allá de los esfuerzos por ofrecer cursos y capacitaciones, sigue existiendo una gran desconfianza sobre la integridad de los elementos de tránsito.
Es crucial que, además de las buenas intenciones de los programas de capacitación, se implementen controles de confianza más rigurosos. Si bien se ha anunciado una capacitación constante, la realidad es que las sospechas de corrupción siguen siendo una constante, y en algunos casos, es sabido que los agentes viales están involucrados en prácticas ilícitas.
Este problema no solo afecta a los agentes de a pie, sino que también involucra a mandos medios y superiores, incluidos los funcionarios municipales.
En una ocasión, conversé con un patrullero que me confesó que, aunque muchos de los elementos de tránsito tienen buenas intenciones, los mandos superiores les exigen cubrir "ciertas cuotas", una práctica común en todo el país.
Esta declaración refleja la raíz del problema: la corrupción no solo depende de los agentes, sino también de las estructuras de poder dentro de la corporación.
La corrupción en las delegaciones de tránsito no es exclusiva de la policía, sino que también involucra a la sociedad. Los automovilistas debemos asumir nuestra responsabilidad y cumplir con los procedimientos correspondientes.
En muchos casos, la solución no está solo en cambiar a los agentes corruptos, sino en fomentar una cultura de respeto y cumplimiento de las normas viales entre todos.