Recientemente conocí de cerca la labor de Patricia Vite Abdo, fundadora de la Fundación Riñón Poliquístico de México A.C., pionera en el país, y constaté que detrás de cada gran causa hay un rostro humano. Patricia, diagnosticada con Enfermedad Renal Poliquística Autosómica Dominante (ERPAD) hace apenas cuatro años, transformó su propia batalla en una misión colectiva: dar visibilidad a un padecimiento que afecta a más de 12 millones de personas en el mundo, según Mayo Clinic, y a miles en México.
En el marco del PKD Awareness Day (4 de septiembre) se hace hincapié que la poliquistosis renal es un trastorno hereditario en el que se forman múltiples quistes en los riñones, que crecen hasta comprometer su funcionamiento. Es una de las principales causas de insuficiencia renal en adultos, pero al ser tan poco conocida, la mayoría recibe el diagnóstico demasiado tarde.
Frente a esta realidad, Patricia y su fundación impulsan el primer Registro Nacional de Pacientes con PKD, una herramienta clave para generar datos, abrir acceso a tratamientos, brindar acompañamiento emocional y crear una verdadera red de apoyo. No es solo un proyecto médico: es un movimiento nacido de la empatía y la convicción de que nadie debería enfrentar una enfermedad en soledad.
En un país donde el altruismo suele ser percibido como algo lejano, esta tampiqueña ha mostrado que la solidaridad se construye desde lo íntimo. Su causa trasciende cifras y expedientes: es la prueba de que la vulnerabilidad puede convertirse en fortaleza.
El verdadero amor al prójimo también se expresa en quienes, como Patricia, trabajan para darle voz a los invisibles. Su historia nos recuerda que la salud pública se sostiene con personas que inspiran, acompañan y transforman.
Su labor es un ejemplo tangible de cómo la visión que nace en una comunidad puede trascender fronteras, generando un impacto a nivel nacional y, con la misma esperanza, un día a nivel internacional. Mostrando que la pasión puede transformar realidades.
“Porque con la esperanza de encontrar la cura, cada paso nos acerca más a un futuro lleno de posibilidades”, dice Patricia. Ese paso ya comenzó y puede resonar en todo México. La lucha contra el silencio de esta enfermedad es también un grito de esperanza.