Todas y todos estamos golpeados por la tragedia de Minatitlán. Es la barbarie que reaparece y nos vuelve a dejar sin palabras. De acuerdo con los datos del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP), en México cinco personas son asesinadas cada hora. Un porcentaje más alto que las cifras que heredó hace algunos meses Enrique Peña Nieto. Y los multihomicidios son una lastimosa realidad que cada vez se hace más común.
La tragedia de Minatitlán es la muestra de muchos años de malos gobiernos, en eso tiene razón López Obrador. Empero, eso no diluye las responsabilidades actuales. Sabemos el desastre que dejaron Javier Duarte y Enrique Peña Nieto en Veracruz. Convirtieron a uno de los estados más importantes del país en una fosa común. Nadie pone en duda la corrupción de los malos gobiernos del PRI en la entidad, pero precisamente por eso: los veracruzanos votaron por Morena, para que resuelva los problemas y no para que endose la responsabilidad a los gobiernos anteriores. Hoy en día, el gobierno local, estatal y federal en Minatitlán son monocolor: pertenecen a Morena.
Es sorprendente y lamentable que, en lugar de estar al lado de las víctimas, el presidente de la República prefiera polemizar con quien califica como sus adversarios. Me gustaría ver en el Ejecutivo Federal a un estadista. A alguien que ante la tragedia, se creciera. Que ante la tragedia, apostara por la reconciliación.
No lo que tenemos hoy. Un mandatario que frente a las dificultades sigue construyendo enemigos. Que frente a los malos resultados de gobierno, López Obrador opte por la denostación y el señalamiento.
A todos nos duele lo ocurrido en Minatitlán, y duele aún más cuando un gobernador como Cuitláhuac García sigue en la ruta de la polarización, presionando a la Fiscalía del Estado y acusándola de ineficaz, en lugar de sumar esfuerzos para resolver la inseguridad de manera conjunta. Presidente, este país necesita paz y reconciliación. De acuerdo a los propios datos del SNSP, la violencia está peor que el año pasado. Hay estados como Guanajuato o Baja California que muestran un deterioro de la inseguridad muy preocupante. También, hay un aumento en el número de feminicidios: casi tres por día en 2019. La clase política, y sobre todo el gobierno federal, debería estar empeñada día y noche a dar respuestas a este problema. Ya hablemos de legalización del consumo recreativo de la marihuana, reforma de las policías, ministerios públicos y combate a la impunidad. Menos ofensas y más acuerdos. Menos polarización y más coincidencias. Menos promesas y más eficacia en el gobierno. Nadie es tan ingenuo como para creer que más de una década de guerra contra el crimen organizado se acabaría en un abrir y cerrar de ojos. La inseguridad es un tema de Estado, que por supuesto no se resolverá en seis meses como promete el presidente, sino con política públicas integrales y la colaboración de todos los niveles de gobierno, los tres poderes, el respaldo de toda la sociedad y las fuerzas políticas. La violencia, los muertos, las desapariciones, los feminicidios son asuntos que tendrían que estar fuera de la pugna entre partidos políticos. Desde el PRD reiteramos nuestra solidaridad con las víctimas y haremos todo lo posible por abonar a un México más seguro y en paz.
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Coordinadora del grupo parlamentario del PRD en la Cámara de Diputados