El primer trimestre del año cierra con más represiones que libertades, con mayor apatía que esperanza; y con un especial realce de agendas conservadoras que obedecen a intereses que no son particularmente de mutuo acuerdo con la sociedad. Los gobiernos parecen transmitir la sensación de romper con el pacto social, dejando en su lugar modelos de gobernanza orientados en los negocios y de tinte autoritario; modelos en los cuales, las libertades civiles entran en un juego de negociación para ejercer su garantía. En esta aparente fractura del pacto social, la sociedad en su conjunto está involucrada, y es por ende, la más perjudicada. Parecería que exigir la garantía de libertades que se creían ya consolidadas, nunca había sido tan complicado.
A su vez, este primer trimestre del año cierra con la emergente tendencia de algunos gobiernos del mundo por golpear el modelo de estado de bienestar, aquel que se centra en la creación de programas sociales, cuyo propósito está fundado en la equidad y las oportunidades, y donde las instituciones sociales juegan un rol importante; dejándolo de percibir a este como una opción y un compromiso.
Si bien, aunque el choque que tienen las administraciones de gobierno de tinte conservador con este modelo, es algo ya conocido, actualmente se percibe una postura aún más radical por dejarlo de lado; esto con actitud impúdica, sin descaro y sin disimulo. En algunos contextos, la ruptura con este modelo de gobernanza, ha provocado una batalla entre poderes estatales y una constante presencia en el discurso público, cuyas consecuencias han desembocado en el derrocamiento de instituciones, el fin de iniciativas sociales y ayuda humanitaria, la reducción de programas de salud pública, así como un fuerte golpe a programas con enfoque de género que afectan directamente a comunidades, que por años han exigido la garantía de sus derechos.
Aunado a esto, en el terreno internacional, hay una visible apatía de cooperar entre países, actitud que sólo ha logrado encrudecer más el objetivo de finalizar un gran número de políticas sociales, pues el ánimo de contribuir y aportar resulta controversial, e incluso incorrecto.
El golpe al estado de bienestar, replantea en sí, las libertades civiles que se han consolidado a lo largo de los años. Dicha debacle impacta directamente a la población; y tomándose en cuenta desde el ámbito internacional, replantea el avance en materia social, de Derechos Humanos y de cooperación. Y en el mismo tenor, la ruptura con el pacto social y el fin de las iniciativas de bienestar debilitan el acceso a oportunidades para la mayoría, limitando también el desarrollo de la sociedad en su conjunto.
Por último, valdría la pena reflexionar al cierre de este primer trimestre, que ante la adopción de nuevas ideas de gobernanza, el gobierno no es un negocio, es un pacto social1 y nuestra responsabilidad como ciudadanos es asegurarnos de que así sea.
1. Slocum, 2025 citado en https://www.elperiodico.com/es/internacional/20250217/john-slocum-director-refugee-council-114400441