Nadie podría acusar a South Park de ser aliado de la extrema izquierda.
Por eso impactó tanto el primer capítulo de su temporada 27, pues comparan a Trump con Saddam Hussein, acusan de corrupta a la compañía con la que firmaron un jugoso contrato de streaming y hasta Jesús da un sermón inquietante al pueblo de Colorado, que tantos años nos ha hecho reír… y rabiar.
Pero para mí lo más revelador es la profunda depresión de Cartman, al descubrir que con este nuevo régimen lo políticamente correcto —o woke— ha muerto. ¿Por qué se deprime? Porque insultar a todos era “lo suyo”, su marca personal. Si ahora hacer chistes racistas, ser bully, misógino y homofóbico es la norma, ¿qué le queda a él?
Matt Stone y Trey Parker, los creadores, siempre han sido “equal opportunity offenders”, ofenden parejo. Y con el tráiler del segundo episodio dejan claro que no soltarán al presidente de Estados Unidos.
A diferencia de los late nights o las editoriales anti-Trump, su sátira no surge de la oposición política: viene de la libertad que da el dineral que les pagaron. “Fuck you money”, le llaman. Así que, aunque el woke agonice, esta crítica no nace ahí.
Trey y Matt son cínicos, crueles y brutalmente divertidos. Siempre han atacado la mentalidad de manada y la hipocresía. Agárrense, porque mientras voces como la de Colbert podrían ser silenciadas, a estos niños groseros no los para nadie. Justo porque están más que dispuestos a que los “despidan” en cualquier momento.