Hablemos de Weapons y del hecho de que la cinta de terror de Zach Cregger (sí, el mismo de Barbarian) ya tiene contemplada una precuela. Y hablemos de que, en medio de todo el caos y horror, la tía Gladys apenas llegó a nuestro consciente colectivo y ya parece destinada a ser tan icónica como Freddy Krueger.
A mí, aunque no tenga nada que ver directamente, me provocó algo parecido a cuando vi Get Out, de Jordan Peele, el director de terror que más me ha hecho reír —por diversos motivos— en toda mi vida. ¿Qué les digo? Siento que ha nacido un clásico.
Normalmente, cuando un éxito de taquilla anuncia de inmediato su secuela, se siente a kilómetros el oportunismo. Pero aquí no. Lo que viene es una precuela y yo ya la quiero ver. Necesito saber más de ese personaje espeluznante que llega como parte de la familia para devorarla desde adentro.
Quiero entender cómo consiguieron que algo que jamás me había espantado —las brujas— me provocara esas reacciones, y quiero analizar cómo este director ha creado un mundo en el que alguien como yo —que no disfruto el cine de terror— salió cuestionándose cosas que ni siquiera se mostraron en pantalla.
Y sí, ya están en producción masiva los disfraces de la tía Gladys para Halloween. Hazte a un lado, Merlina, que al menos entre adultos, Gladys amenaza con ser el personaje recurrente.
Para quienes comparten mi relación de amor-odio con el género y aún no han visto la película, la invitación es clara: háganlo, pero no de noche ni cometan el error de sentarse en la segunda fila. Lo más aterrador no son los saltos de Gladys, sino el brillante trabajo de perspectiva y narrativa subjetiva de Cregger.
Me parece que aquí no sólo ha nacido un clásico del género, sino un personaje que ya se quedó en nuestra cultura pop.