Hay fuentes periodísticas que indican que la historia que inspiró la cinta Cocaíne Bear es real. Aparentemente en 1985 un narcotraficante perdió una enorme carga de cocaína en un accidente aéreo y, según narran, el ¿afortunado? ser que la encontró fue un oso negro, a quien muchos acabaron llamando el Escobear (sí, venía de Colombia el cargamento), lo cual es un tanto chistoso a pesar del horrible contexto que provocó esto.
Pues en 2023 queda claro que tomar estas historias y llevarlas a su extremo, en ese género que ahora llaman comedia de horror, es bastante exitoso. Cocaine Bear está rompiéndola en la taquilla norteamericana. Y ya viene a México, con todo y ese a veces tan divertido debate de: “¿Le pusieron cómo a la película?” En México es El oso intoxicado, lo cual me sacó una carcajada.
Tenemos una gran tradición de poner nombres condescendientes a las películas. España siempre ha estado peor, como me lo señaló alguien en redes cuando busque opiniones a esto. Allá es El oso vicioso, lo cual suena mejor cacofónicamente. Claro que las propuestas no se hicieron esperar y aquí algunas de mis favoritas: El oso cocainomanoso, El cocainomanOso, Oso Cocoso, El Oso y el perico, PericOso, Oso polvoso, ¿Dónde quedó el Oso? y varios más.
Pinta para ser una de esas cintas tan malas que son buenas; el oso y los tiburones que se los llevan los tornados ya tienen competencia: ya viene una cinta de un cocodrilo que consumió metanfetaminas (Meth Gator) ¿Ustedes como le pondrían a esa? ¿Se enfrentarán en el futuro? Ojalá, solo para llamarla El Coco coco.
Susana MoscatelTwitter: @susana.moscatel