Piense en un edificio con una ventana rota que no es reparada. Ante el desinterés del propietario del edificio, es probable que sigan otras ventanas rotas más, e incluso la entrada y ocupación por parte de personas ajenas al inmueble.
Ya en el lugar, lo que podría ocurrir es inverosímil: desde el daño al propio inmueble hasta el desarrollo de actividades delictivas.
Se trata de la Teoría de las Ventanas Rotas, que tiene su origen en un experimento celebrado en 1969 en Estados Unidos, cuando el psicólogo Phillip Zimbardo “abandonó” un auto sin placas y las puertas abiertas en calles conflictivas de Nueva York, a fin de ver cuál era el efecto.
Según lo documentado, en menos de 10 minutos el vehículo comenzó a ser desmantelado y a los tres días prácticamente no tenía nada de valor. Luego, comenzaron a destrozarlo.
En paralelo, se abandonó otro vehículo en una zona “rica” y no pasó nada. Luego, dañaron el vehículo con martillo, en lo que pareció el punto de partida para que comenzaran a desmantelarlo.
Imagine una ciudad con grafiti, basura que se acumula, luminarias descompuestas y jardines descuidados. La señal que se transmite es que no hay autoridad que se ocupe de ello.
Ahora piense en una ciudad en la que hay personas bebiendo en la vía pública, hay robo de autopartes y transeúntes, así como celebraciones de peleas de gallos “clandestinas”…, el mensaje es el mismo: no hay a quien le interese ocuparse.
Para cuando la autoridad correspondiente (municipal) decida ponerle un alto, es probable que se encuentre rebasada, cuando menos en capacidad numérica.
El desorden y el crimen tienen un rasgo común: la omisión alimenta su crecimiento. Una vez que se comienzan a desobedecer las normas que mantienen el orden en una comunidad, tanto el orden como la propia comunidad comienzan a deteriorarse.
Las conductas incivilizadas se contagian y paradójicamente, las personas se retraen: salen menos a la calle y al salir, interactúan menos con quienes les rodean, a fin de no implicarse con los demás.
Y así, también la comunidad se desmantela… como el auto abandonado.
Esta es una de las diversas razones por las que la seguridad debe construirse de abajo hacia arriba, con una autoridad municipal que atienda desde el primer momento el cumplimiento de la normatividad correspondiente.
Cuando la primera entidad responsable no atiende con eficiencia una conducta antisocial, comienza la cadena subsidiaria: una autoridad que apoya a otra que dejó crecer el desorden el crimen por omisiones de policía, tránsito, fiscalización, parques y jardines, desarrollo urbano, etcétera.
Para evitar que la autoridad se vea absorta en la atención a los grandes crímenes, debe poner especial atención a las pequeñas transgresiones… y así demostrar que sí hay quien se ocupe de ello.