Nunca más tendrán la comodidad de nuestro silencio, se dice en las calles… y en la alfombra roja también.
Y esto cobra doble valor en un momento donde, amparado en resquicios legales, un tribunal de Nueva York anuló una condena por violación impuesta en 2020 al magnate de Hollywood Harvey Weinstein, al considerar que no recibió “un juicio justo”.
La actriz Judith Godrèche, máxima figura del movimiento #MeToo en Francia, y cientos de víctimas hablaron contra el silencio sobre los abusos en el cortometraje 'Moi aussi' ('Yo también'), dirigido por la propia Godrèche y estrenado este miércoles 15 de mayo en el Festival de Cannes.
En este cortometraje se relatan las historias de víctimas de violencia sexual, agredidas en su infancia, por sus familiares. Una historia cruda, pero que tiene un ejercicio de reflexión previo por parte de Godréche.
En 2023 dirigió y protagonizó “Ícono del cine francés”, una serie autobiográfica de seis capítulos que trata sobre el intento de retorno de una intéprete a los escenarios, y en la que narra una relación de control de la que fue víctima cuando era una niña con un director que entonces le doblaba la edad: Benoît Jacquot, quien tenía 40 años, y ella apenas 14.
Es un tema espinoso en una industria donde se han popularizado las relaciones de actores mayores con mujeres cada vez más jóvenes. Y si bien se puede alegar que no hay punto de comparación pues son relaciones entre adultos consensuadas, sí propician un imaginario social donde es viable que hombres mayores interactúen con menores “porque son muy maduras para su edad”.
Por otra parte, también la causa de #MeToo encuentra otras dificultades en la sociedad. Pues, a diferencia del apoyo que generaron las denuncias de las gimnastas olímpicas en torno a Larry Nassar, aquí a las jóvenes actrices se les considera no víctimas sino incluso como beneficiarias de privilegios o como “es lo común en ese medio para avanzar”.
Y precisamente esas son las batallas que faltan por dar en general en toda la sociedad. El seguir justificando agresores al dar atenuantes a sus violencias. El creer que pueden existir eventos que maticen o sean concesiones para violentar sexualmente a una persona. Que hay víctimas mas merecedoras de justicia que otras es algo que debe de eliminarse.
No obstante, esto no libra de reflexión y crítica al #MeToo. Surgió intempestivamente y la patada inicial fue fuerte, colocada para sorprender a las estructuras de una sociedad y en este caso específico de una industria que había protegido con su silencio los abusos. No obstante, en su aterrizaje a la población en general, se debieron afinar aspectos claves para asegurar que violadores y acosadores no salieran libres. Por ejemplo, el creer a la víctima no está peleado con la presunción de inocencia ni con los debidos procesos. No puede haber sesgo de género al etiquetar a todos los violentadores como hombres blancos hetereosexuales.
Es una batalla larga y dura. Muchas mujeres han luchado para abrir las trincheras donde se denuncie el acoso. Pero es válido recordar que ni hay víctima perfecta ni el debido proceso es negar el abuso.