Mis Chivitas le plantaron cara al mismísimo América, miren ustedes. Parecía un equipo francamente desahuciado, luego de un catastrófico comienzo de temporada, y los (no demasiado simpáticos) seguidores de Las Águilas se regodeaban ya de restregarnos en la cara la aplastante victoria que se anunciaba en el horizonte.
Pues no: el Guadalajara derrotó a su gran rival histórico. ¡Tengan, para que aprendan!
Este escribidor se sumó en su momento al coro de condenas a los posibles responsables de tan triste estado de cosas –invocando, además, la ejemplar mexicanidad de los jugadores del equipo en una Liga MX plagada de extranjeros de importación, mucho de ellos perfectamente sustituibles por autóctonos talentosos— y exigía, tratándose de lo que considera, en los hechos, una suerte de selección nacional, que alguien, algún extraterrestre si hiciere falta, se ocupara de arreglar la casa futbolística tapatía.
Y, bueno, de pronto se despeja el panorama hasta el punto de que las Chivas tampoco sucumbieron ante otro de los poderosos, un Monterrey que le disputa al imbatible Cruz Azul el primer lugar en la tabla de clasificación.
Hay un componente emocional, desde luego, y recuperar la moral es importantísimo para cualquier plantilla. Qué mejor, en este sentido –y para volver a creer en ellos mismos— que los futbolistas dirigidos por Gabriel Milito hayan conseguido tan importante resultado. A propósito del entrenador argentino, el hecho de que la directiva del club no lo haya echado a la calle como acostumbran los señores dueños de tantos equipos es una muy buena señal. De hecho, no han jugado nada mal sus pupilos pero la suerte –un factor en el balompié, a pesar de todos los pesares y digan lo que digan los que saben o pretenden saber— no los ha acompañado.
Y, ya que hablamos de directores técnicos de proveniencia argentina, resulta que se está cumpliendo el escenario profetizado en estas líneas cuando los dueños del Necaxa tomaron la (muy mala) decisión de abrirle de par en par las puertas a Fernando Gago, un sujeto que se largó de muy mala manera de Chivas para ir a fracasar estrepitosamente con el Boca Juniors de su tierra natal. Los aficionados ya lo abuchean por la pobreza de los resultados. Nada que ver con el estupendo trabajo de su predecesor y paisano, Nicolás Larcamón. Miren, para mayores señas, lo que está logrando con el Cruz Azul. Pero, bueno, cuando los patrones quieren dispararse a los pies es asunto suyo. Eso sí, quienes pagan los platos rotos son los seguidores.
En fin, volviendo a lo de mis Chivitas, no lo tienen nada fácil por el calendario que les espera. Aunque, por fortuna, ahora parece que sí cuentan con armas para pelear.
