Política

La toma del Capitolio

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El miércoles el mundo presenció azorado la toma del Capitolio por una turba de supremacistas blancos, vigilantes y conspiracionistas de la peor ralea, cobijados y azuzados todos por un presidente que, con el edificio aún humeando, les dijo: “Los amo, son muy especiales”.

Las tendencias oscurantistas, autoritarias, fascistas y narcisistas de Trump siempre han estado allí, y al perder las elecciones solo los ingenuos pensaron que desde su poder no iba a intentar someter a como diera lugar a quienes no se pusieran a sus pies, y esto incluye no solo al Legislativo, sino al proceso democrático en pleno, como en los mejores países bananeros que los Estados Unidos invaden por mucho menos de lo sucedido.

Los trumpjadistas entraron y salieron del Capitolio con relativa facilidad ya que, a pesar de las advertencias de violencia anunciadas repetidamente en redes sociales y lubricadas in situ por instrucciones más que explícitas de Trump y de sus sicofantes, el edificio solo estaba resguardado por los policías de costumbre, esos que informan dónde está el baño y pasan bolsas por rayos X. No pusieron demasiada resistencia, y encima Christopher Miller, el secretario de Defensa interino nombrado apenas en noviembre pasado, tuvo el detallazo de negar el auxilio de la Guardia Nacional hasta cerca de dos horas después del ataque, enviándola solo cuando el vicepresidente Pence, quien estaba escondido dentro y en el huracán del descontento por haberse negado a parar la certificación del triunfo de Biden, diera personalmente la orden.

Afortunadamente para el mundo occidental, las reacciones contra el Putsch fueron suficientes para contenerlo, aunque la sumisión que los republicanos han mostrado ante los crímenes de su presidente, desde la complicidad con Putin, hasta la patraña del fraude que condujo a la asonada, dejó en claro que ese partido ha cruzado el Rubicón del fascismo al punto de no retorno, y eso no augura nada bueno para el futuro del país.

Las cuentas de Trump han sido eliminadas de las principales redes sociales, e incluso las marginales, que sirven a los más extremos de sus seguidores, han depurado los mensajes más incendiarios. Con todo, están en pie llamados para que a partir de este 17 de enero, el último domingo de la presidencia en funciones, los supuestos agraviados vayan, mejor armados, a intentar tomar de nuevo no solo el Capitolio, sino las sedes legislativas y las cortes de todos lo estados de la Unión. La inauguración presidencial del día 20, aunque reducida por el coronavirus y sin el tradicional desfile, es particularmente de cuidado ya que tanto el ejército como la Guardia Nacional, instituciones que tienen los elementos altamente entrenados necesarios para brindar seguridad en casos de alto riesgo, están técnicamente en manos de Trump hasta el momento exacto cuando Biden jure sobre la Biblia y tome el poder, a mitad de la ceremonia.

Quizá Trump esté acabado y por esta vez la República haya corrido con suerte, pero la amenaza del fascismo americano pinta para largo. Y parece contar con el incomprensible apoyo de López Obrador.

@robertayque

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Roberta Garza
  • Roberta Garza
  • Es psicóloga, fue maestra de Literatura en el Instituto Tecnológico de Monterrey y editora en jefe del grupo Notivox (Notivox Monterrey y Notivox Semanal). Fundó la revista Replicante y ha colaborado con diversos artículos periodísticos en la revista Nexos y Notivox Diario con su columna Artículo mortis
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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