Los últimos homicidios culposos provocados por manejar en estado de ebriedad y con exceso de velocidad, han vuelto a encender los focos rojos en nuestra ciudad; y la polémica sobre el uso del alcoholímetro.
La forma criminal en que muchos manejan evidencia la pérdida del respeto a la vida y seguridad del prójimo.
En el mundo anualmente mueren más de un millón de personas en accidentes, principalmente jóvenes; y entre 20 y 50 millones padecen traumatismos graves.
La incidencia mayor es en los países de ingresos bajos y medianos.
México ocupa el séptimo lugar mundial en accidentes, cada año ocurren, entre 378 mil y 240 mil; fallecen 24 mil personas (55 diarias).
En Torreón ocurren más de mil accidentes anuales, varios fatales, la mayoría con lesionados y todos con pérdidas materiales
La cantidad y gravedad de los accidentes apremian la existencia de una política pública de seguridad vial en la que participen la autoridad y la sociedad.
La educación vial es una responsabilidad compartida, pero por lo tardado de sus frutos urgen medidas inmediatas.
La autoridad debería contemplar al menos lo siguiente:
I. Hacer respetar las velocidades máximas establecidas para cada vialidad. II.
Imponer arrestos administrativos y el aseguramiento temporal de los vehículos de quienes manejen en estado de ebriedad, hablando o escribiendo mensajes por teléfono; independientemente de las penas en caso de delitos. III.
Obligar el alto total en las bocacalles sin preferencia. IV. Restablecer el uso exclusivamente peatonal de las banquetas. V.
Obligar a las gasolineras y tiendas de conveniencia a que restituyan las banquetas y sólo tengan un lugar para la entrada y otro para la salida de vehículos.
Los ciudadanos debemos tener conciencia de nuestra responsabilidad como conductores y respetar la reglamentación para salvaguardar la vida y la salud del prójimo.