Los gobiernos, según su tendencia, han privilegiado a los más ricos o a los más pobres; y han menospreciado a la clase media a pesar de su importancia para el desarrollo del mercado interno a través del consumo y la creación de empleos.
Forman este estrato intermedio profesionistas independientes y pequeños y medianos industriales y comerciantes pequeños y medianos. Aristóteles, citado por Norberto Bobbio en una de sus obras, dice:
“La clase media es la mejor comunidad política y la propiedad intermedia es la mejor y la más fácil de someterse a la razón. Por eso, las ciudades donde la clase media es la más numerosa pueden tener los mejores gobiernos.”
Sin embargo, en el país esta parte vital de la sociedad es la más castigada por el gobierno y la economía informal.
Las grandes empresas se defienden con estrategias fiscales.
La mitad de la población vive de la economía informal que no paga impuestos, salarios mínimos ni seguridad social.
En tanto que los ciudadanos de la clase media por sus actividades son contribuyentes cautivos y responsables de pagar la seguridad social de sus trabajadores.
Día a día padecen mayores y costosas exigencias relativas a trámites y cumplimiento de cargas como la prevención del lavado de dinero y laborales como el estrés de los trabajadores.
Periódicamente, son lastimados con el aumento de las contribuciones como la renovación de permisos y concesiones, placas y licencias, el IEPS en la gasolina, etc.
Por todo eso, aquí, como en otros países, la clase media se ha reducido dramáticamente y con ella las posibilidades de tener mejores gobiernos.
La OCDE recomienda que se apoye a la clase media, evitando las presiones fiscales y facilitando el acceso a servicios públicos de calidad a menor costo.