Es una constante histórica que los gobiernos que pretenden ser hegemónicos, cedan a la tentación de crear y aplicar programas educativos que formen en la niñez y la juventud un pensamiento acorde a sus postulados ideológicos.
Cuando eso ocurre y se encomiendan a individuos fundamentalistas los programas de estudio y los libros de texto, se atenta contra las libertades de pensamiento y expresión de las ideas.
Me parece que ese es el caso de Marx Arriaga, un declarado socialista, que cuando fue director de bibliotecas dijo: “La lectura como goce es un acto de consumo capitalista”.
Marx Arriaga, actualmente director de materiales educativos de la SEP, en un seminario del CONACYT, declaró: “Los empresarios deben sacar las manos de la educación para que impere la visión de izquierda: y advirtió que los libros de texto que no edite el Estado serán ilegales”.
El subdirector es el venezolano Sandy Loaiza que fue funcionario de Nicolás Maduro y entusiasta seguidor de Hugo Chávez.
La función de la dirección de materiales educativos de la SEP, es actualizar los contenidos y el uso de los libros de texto. Actualización que en la práctica se usa para el adoctrinamiento socialista.
Eso puede llevar a hechos como el llamado, La Hoguera de las Vanidades, expresión que refiere al 7 de febrero de 1497, cuando los seguidores del monje Girolamo Savonarola quemaron en público miles de objetos considerados inmorales: libros, pinturas, vestidos, etc.; o bien a hechos más extremos.
La libertad de pensamiento y el desarrollo intelectual, social y económico requieren que la educación, como lo manda la Constitución, se base en el respeto de la dignidad de las personas; en el desarrollo de todas las facultades; y en que los particulares puedan impartir educación en todas las modalidades.