Política

'Buchonería'

La semana pasada, The New York Times publicó un artículo de opinión acerca de la boda entre Jeff Bezos y Lauren Sánchez. El artículo explica que hasta hace poco, la clase empresarial solía tratar de disimular su riqueza y que lo que estaba de moda era el lujo discreto (quiet luxury). Sin embargo, en los últimos años esto ha cambiado dramáticamente, y el mejor reflejo es lo que se ve desde La Casa Blanca: Trump “convirtió la Casa Blanca en una especie de mansión rococó al estilo Liberace”. 

Lo que manda ahora ya no es la riqueza sigilosa, añade la autora, sino el derroche con estilo. “Presumir está de vuelta”.

Me recordó lo que ha venido sucediendo en muchos lugares de México. A pesar de todas las dificultades, en este país siempre ha habido dinero. Hoy eso se nota más que nunca. 

El cambio en Monterrey es particularmente dramático. La mítica figura del empresario regio consistía en una persona discreta y frugal. La clase empresarial siempre ha vivido muy bien y con todo tipo de lujos, pero por lo general intentando no llamar la atención. No es por nada que los regios nos ganamos la fama de ser “codos”. Como en todo, hay mucho de cierto en eso: históricamente fue virtuoso tener un nivel de vida por debajo del que era posible considerando los ingresos o el patrimonio. 

Eso contrasta con la cultura del McLaren verde fosforescente y de las cuentas infladísimas en antros disfrazados de restaurantes. Sí, una buena parte de todo esto es simplemente un tema de apariencias; de aprovechar el acceso a crédito para comprar aquellos bienes que creo que me harán parecer que tengo mucho dinero. Son las “Noches Palacio”, la gorra Alo, la foto en Instagram en la playa. 

Pero el otro lado es el de los que sí son ricos, y que hoy viven públicamente de manera extravagante. Es la pareja que hace una exótica boda de 15 millones de pesos, el grupo de amigas que presume en redes sociales su viaje a India, o claro, el tío Richie mostrándole a sus 2 millones de seguidores su nuevo Global 7500. 

Ojo: no quiero decir que uno está bien y el otro está mal. Es simplemente observar la evolución del comportamiento en este país —y que, como lo destacó The New York Times, está sucediendo en todo el mundo. 

Jeff Bezos es billonario desde 1998. En 2010 su fortuna era de más de 12 mil millones de dólares. O sea, básicamente no había nada que no alcanzara a comprar. Pero no fue hasta los últimos cinco o seis años que su comportamiento público comenzó a cambiar. Atrás quedó la imagen de ese nerd, sencillo; en su lugar llegó el empresario cool, musculoso, socialité. ¿Por qué? Es evidente que no tiene necesidad de demostrarle a nadie que tiene mucho dinero. 

Hace unos 15 años, Lamborghini vendía en México menos de 10 autos al año. En 2024 vendieron 84. Sí, hay más dinero; también hay un cambio en la actitud de quienes tienen acceso a los recursos para hacer un gasto de ese tamaño. Lo que hoy buscan son precisamente bienes que sean llamativos e identificables con facilidad como algo carísimo. Es la era de la buchonería.


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René Lankenau
  • René Lankenau
  • Fundador de Whitepaper
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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