Cultura

Borges hipertextual

¿Qué pasaría si el celebrado escritor argentino Jorge Luis Borges (1899-1986), quien imaginó bibliotecas infinitas y universos paralelos, cuya narrativa es evidencia artística del grado de elocuencia que puede alcanzar la lengua española, hubiera tenido acceso a una computadora? Aunque nunca lo sabremos, hoy la tecnología responde por él: estudios recientes aplican métodos de aprendizaje de la inteligencia artificial (machine learning) a sus textos y revelan que su obra no solo describe laberintos, sino que es uno en sí mismo.

Me explico. En 2020, investigadores en humanidades digitales usaron análisis de redes y técnicas algorítmicas para descubrir estructuras semánticas latentes comunes o patrones temáticos (conocidos bajo el genérico topic modeling) en los libros de cuentos Ficciones (1944) y El Aleph (edición de 1974). Los hallazgos, publicados en el Journal of Data Mining and Digital Humanities de ese año, muestran que los cuentos del autor argentino funcionan como nodos interconectados, con palabras-clave que actúan como ejes que vinculan historias independientes; palabras como "laberinto", "espejo" e "infinito" aparecen como conceptos supratextuales, que trasladan acepciones coherentes y correlacionadas, como si fueran un personaje común actuando en historias diferentes. A ello se agrega una estructura rizomática característica; por ejemplo, afirma uno de los autores del estudio, los relatos “La biblioteca de Babel” y “El jardín de senderos que se bifurcan” comparten tópicos ocultos, como si fueran enlaces de Wikipedia: “Borges diseñó una literatura que desafía la linealidad. Los algoritmos lo confirman: sus textos son redes donde cada lectura abre nuevos caminos”, explica el investigador Emiliano Porta, redes de significados que ya habían descubierto los críticos más tradicionales, valga recordarlo.

Dos años antes, estudiosos de la Universidad Nacional de La Plata, en Argentina, habían corrido el algoritmo Latent Dirichlet Allocation (conocido por sus siglas LDA) para comparar el estilo narrativo de Julio Cortázar y Jorge Luis Borges, con un resultado relevante: mientras Cortázar prioriza lo sensorial, Borges domina lo conceptual; incluso éste se distingue por su lenguaje “más enciclopédico” y porque tópicos como “vastísimo” o “lógica” aparecen con una frecuencia única en su obra; “es como si ya hubiera tokenizado la realidad antes de que existiera el NLP [procesamiento del lenguaje natural]”, bromea Ana Gabriela Maguitman, una de las autoras, quien reconoce que el análisis con algoritmos no alcanza a comprender aún la ironía de relatos como “Pierre Menard, autor del Quijote” ni las paradojas filosóficas que distinguen la narrativa del autor argentino.

Mientras los algoritmos siguen mapeando los laberintos de Borges, una certeza nos queda: el gran argentino no solo escribió sobre lo infinito, sino que lo edificó en su obra, y aunque la inteligencia artificial logre descifrar sus patrones, el misterio esencial —esa combinación de erudición, ironía y humor— permanece, por ahora, como un enigma exclusivamente humano, porque si bien es cierto que los modelos permiten ver patrones únicos de escritura, es más evidente que el verdadero Aleph de la inteligencia artificial sucede en el imaginario del lector, que va más allá de cualquier sistema entrenado para imitar las redes neuronales humanas, de lo cual hablaremos en otra entrega.


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Porfirio Hernández
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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