Hace años, cuando aún comía carne y no sabía de los animales lo que sé hoy, leí A Sand County Almanac de Aldo Leopold y me pareció maravilloso. Recientemente volví a leerlo y todo fue diferente. Por su tibieza, encontré un texto retrasado, escrito por un viejito sabio, sí, pero necio; la incompatibilidad entre el hombre que disfruta de la caza y el que reclama los derechos de la naturaleza salvaje, que critica al turismo de Yellowstone pero posee para sí mismo una finca que puede caminar sin encontrar los límites, me molestó.
Pero ahora, digiriendo lo leído, lo que más me sorprende es como Callicot, el gran filósofo ecologista, pudo partir de Leopold para una propuesta tan radical. La filosofía de este filósofo, en favor de la vida en la Tierra, ha llegado a ser acusada de misantropía por el lugar que ocupa el ser humano frente al resto de la Naturaleza: ¿qué leyó? ¿desde dónde interpretó? Hace un par de años charlé por varios días con Callicot y comprobé que hoy no sostiene esa postura tan radical e incluso, desde mi perspectiva, la ha suavizado demasiado.
Pero lo que vuelvo a corroborar es que un buen libro puede generar las interpretaciones más dispares porque no hablo de matices sino de diferencias irreconciliables. Claro, no debemos descontextualizar. La obra de Leopold pertenece a un mundo que ya no existe: nacido en 1887 y muerto en 1948, su Sand County Almanac se publicó póstumamente. El mundo en que vivió era otro y no sabemos qué diría si viera el mundo en que vivimos. Eso sí, insisto, sin duda la tauromaquia le parecería una aberración.
Firmemos contra la tauromaquia.