Hasta hace menos de una semana, Paola Andrea Bañuelos Flores era una chica que encajaba en el patrón de muchas jovencitas de 23 años: 1.57 metros, complexión delgada, cabello lacio, tez blanca, ojos color café, cejas pobladas, camiseta de tirantes, shorts-falda, aretes, uñas pintadas, estudiante universitaria, deseosa de vivir y celebrar la vida acompañada de sus amigos y familia, entusiasmada por llevar a cabo sus sueños, usuaria de un sinnúmero de servicios en línea que hacen la vida más fácil e, incluso, grata: compras con entrega a domicilio, entretenimiento, alimentación, hospedaje y transporte al que se puede acceder a través de una plataforma.
La diferencia de Paola con respecto a otras jovencitas de su edad es que un desalmado conductor de DiDi la entregó durante la madrugada del lunes 8 de julio a un par de criminales que cobardemente la arrojaron muerta a la orilla de un canal, en las inmediaciones del ejido Islas Agrarias. De no haber sido por la movilización generada en las redes sociales a partir de la tarde del lunes, seguramente se desconocería el paradero de Paola.
Lamentablemente el cobarde, inmundo, sanguinario e infame asesinato de Paola encaja perfectamente con el mismo patrón que siguen los asesinos que conducen taxis de plataforma: las levantan de madrugada asegurándose que estén solas, las mantienen presas durante varios días, las revictimizan infringiéndoles incontables e innombrables fechorías y, cuando no pueden resistir más la presión que la sociedad civil ejerce sobre las autoridades, se deshacen del cuerpo sin vida en cualquier descampado donde saben que la policía no transita ni en defensa propia.
De este patrón se sigue otro no menos patético: la incapacidad de las autoridades para hacer valer la justicia. En esta ocasión, el innombrable que levantó a Paola se entregó a las autoridades. Frente a éstas dijo: “Vengo a presentarme voluntariamente a la Fiscalía de Ciudad Obregón porque estaba en Mexicali, ya que me vine por miedo porque se difundieron noticias y no me han dejado ni defenderme ni declarar”. Pero también advirtió que no hablará sobre lo sucedido hasta que sus cómplices sean capturados y puestos tras las rejas.
Este último hecho cerrará el ciclo de este patrón: uno o dos asesinos quedarán presos, pero nadie le devolverá la vida a Paola. ¿Acaso hay mayor infamia?
