En los últimos 50 años no son más de tres los protagonistas del escenario político que han gobernado y dirigido haciendo uso de la razón prudencial. Al resto, la justa medianía les es imposible, porque es una virtud, y la virtud no se lleva bien con la casta política mexicana. Por eso son incapaces de actuar conforme al término medio defendido por Aristóteles en su Ética a Nicómaco, y que Luisa María Alcalde usó como referencia para llamar a “la congruencia” a los dirigentes de un partido que en su ideario promueve la justa medianía como forma de vida.
El problema es que “la ropa de alta gama, las joyas, los relojes caros” y esas otras muchas cosas que, como dijo, “no se deben hacer”, son el premio, la recompensa, la condecoración merecida a quien suma incontables y durísimas batallas libradas en “extenuantes jornadas” en favor del pueblo, de ahí que estén convencidos de que eso y más deben disfrutar.
La cosa se complica porque, cuando se trata de disfrutadera y abusadera, chairos y fifís son la misma cosa. Vengan del partido que vengan, los políticos de viejo y nuevo cuño se despachan con la cuchara grande, porque la lógica de la sociedad de mercado, como dice Marina van Zuylen en su libro Elogio de las virtudes minúsculas, no premia la medianía, ya que la vida suficiente solo florece en el planeta de los fracasados, en contextos donde no tener nada que mostrar equivale a no ser nadie. Por ello nuestros políticos se regodean en el exceso, ostentan sus supuestos logros, consumen, desechan y vuelven a comprar siempre más caro. Por eso debemos fumarnos a tanto impresentable arrellanado en sus curules, salas y sillones VIP alardeando los frutos del despojo.
Y si esto pareciera ser la meta de todo político, ¿por qué sigue teniendo sentido pensar y creer que el camino más cierto nos conduce hacia la vida suficiente y no a la vida del exceso y dispendio?
Pensar, decidir y vivir de manera prudencial, en apariencia, es propio de quien no tiene grandes pretensiones, pero lo cierto es que sí garantiza una vida digna, respetable y feliz, donde las personas que nos rodean ocupan un lugar verdaderamente importante.
La medianía que enarbola la vida suficiente quizá suena a poco, pero es mucho más de lo que puede entender y atreverse a vivir esta panda de gañanes.
