El uso de medicamentos analgésicos y de las substancias anestésicas en la actualidad tiene como principal objetivo suprimir el dolor. Sin embargo, existe una forma muy antigua de eliminar el dolor, que es a través de la negación.
Esta forma de combatir el dolor persiste en nuestros días. Todo mundo tiene en su mente la imagen del Fakir que duerme tranquilamente en una cama de clavos.
Este tipo de fenómenos hipnóticos no han sido esclarecidos totalmente por la ciencia.
Cosme y Damián eran dos hermanos gemelos que estudiaron medicina; nacieron en Arabia cerca del año 240, fueron famosos por su capacidad curativa; más tarde se convirtieron al cristianismo y fue ahí donde se convirtieron en celebridades históricas; los médicos gemelos fueron arrestados por el gobierno anticristiano y en el juicio sentenciados:
“Atenlos de pies y manos y tortúrenlos hasta que renuncien a ser cristianos”.
Pero para sorpresa de los verdugos, entre más los torturaban, más felices parecían estar:
“Denos más tormento que así no sufrimos”.
La lapidación y las llamas no sirvieron de nada. Al final tuvieron que decapitar a los doctores.
Fueron canonizados y el 26 de Septiembre se conmemora el Día de su Santo.
La insensibilidad al dolor ha dado pie a acalorados debates. Si los mártires no sentían dolor ni sufrían, era por misericordia divina.
Sin embargo, para la iglesia católica, lo que convierte a los mártires en santos no es el sufrimiento, sino el milagro.
La controversia crece cuando algunos opinan que para convertirse en mártir es indispensable sentir el dolor y sufrimiento.
De cualquier manera San Cosme y San Damián son los patronos de los médicos y sus palabras siguen siendo célebres: “Danos más tormento, que así no sufrimos”.