Injusta y desigual es la actual organización social de los cuidados que recae de forma desproporcionada en las mujeres, especialmente, indígenas y afrodescendientes. En torno a esta premisa se construyó el documento “Compromiso de Tlatelolco”, durante la XVI Conferencia Regional de la Mujer de América Latina y el Caribe que se llevó a cabo, la semana pasada, en Tlatelolco, Ciudad de México.
El Compromiso de Tlatelolco visibiliza una de las violencias estructurales más normalizadas: el cuidado de la familia y de otras personas con necesidades de cuidado. Los acuerdos reconocen la complejidad de la crisis de trabajos de cuidados que se está agravando continuamente, dado el envejecimiento de la población y los efectos del cambio climático.
Por lo anterior, en este importante documento se acordó el reconocimiento del derecho humano al cuidado que incluye cuidar, ser cuidado y el autocuidado, bajo principios de igualdad, universalidad y corresponsabilidad entre Estado, familias, sociedad civil y sector privado. Este derecho se convierte en el nuevo paradigma que prioriza la sostenibilidad de la vida, la igualdad y la paz; no solo se trata de la división sexual del trabajo.
Para garantizar el derecho al cuidado, los países latinoamericanos y del Caribe asistentes se comprometieron a adoptar marcos normativos, políticas y sistemas integrales de cuidado con enfoque interseccional e intercultural, que protejan los derechos de quienes reciben y proveen cuidados y liberen tiempo para que las mujeres ejerzan plenamente su autonomía.
Como base para el diseño de las reformas legales y políticas públicas necesarias, se parte del documento “La sociedad del cuidado: gobernanza, economía política y diálogo social para una transformación con igualdad de género”; en el cual se analizan los escenarios para avanzar hacia la sociedad del cuidado y se plantea cómo impulsarlo, con diagnósticos y recomendaciones que destacan la gobernanza, la economía política y el diálogo social, junto con el cambio cultural, la medición y el financiamiento, clave para un desarrollo sostenible con igualdad de género.
En este mismo sentido, se asume el compromiso regional de establecer una Década de Acción 2025-2035 para acelerar el logro de la igualdad sustantiva de género y la sociedad del cuidado mediante transformaciones en los ámbitos político, económico, social, cultural y ambiental.
El Compromiso de Tlatelolco llega tarde, pero llega antes de que la demanda de trabajos de cuidados se vuelva insostenible. Su instrumentación coadyuvará en la limitación del impacto negativo en la salud física y mental tanto de personas cuidadoras como de quienes requieren su atención, del aislamiento social y de la soledad de las personas mayores; así como del aumento de la mortalidad evitable de niñas, niños, personas con discapacidad y personas mayores.
No obstante, hoy, el Compromiso de Tlatelolco es solo eso: un gran compromiso, el cual no se medirá en los discursos, sino en la capacidad de los Estados para asignar más recursos para su cumplimiento; en traducirlo en reformas y políticas públicas concretas que redistribuyan el tiempo, el empleo y los trabajos de cuidado a fin de generar condiciones igualitarias para garantizar el derecho al cuidado.