Se acerca Navidad y la maternidad organizada hace alianzas ante la paternidad indiferente.
Se acerca Navidad y las cartas de letras chuecas, dibujos tiernos y sueños infantiles están listas ya, en el árbol improvisado, en el hogar prestado en el que vivimos hacinadas ante la falta de una pensión digna.
Se acerca la Navidad y esas cartas llenas de ilusiones son más valiosas que la vida misma de muchas madres que están contemplando el suicidio ante la realidad de lo que falta por pagar, la pensión que burlonamente no van a depositar y el regalo que no tendrán para comprar.
Se acerca la navidad y en los hogares mal llamados de clase media, las madres lloran todos los días antes de dormir, sacando fiado de la tiendita lo que los niños necesitan, mordiéndose las mejillas y aguantando el hambre propia mientras cae el ínfimo aguinaldo que servirá para pagar las rentas atrasadas.
Se acerca la Navidad y se come la dignidad, rogándole a quien debería desear darles el mundo, por un poco más de dinero, para la cena, para el regalo, para las chamarritas que les urgen.
Se acerca la Navidad, pero no, ahí no hay responsabilidad, consciencia o corazón para darle a los niños lo que necesitan.
Las madres están viviendo a base de culpa y rabia mientras exigen lo que corresponde y solo reciben migajas de vez en cuando y a la fuerza.
Pero las madres no se quedan simplemente hambrientas.
Las madres se meten a tandas, se endeudan, triplican jornada laboral, preparan tamales, se ponen a vender postres o empanadas, con tal de comprar un regalo para sus hijos, una cena festiva y asegurar el techo y la comida.
Mientras los hombres buscan pretextos para dar un 50% ilusorio, porque no ponen ni la mitad en dinero, cuidados, tiempo, soporte emocional, crianza y otros compromisos, las mujeres se organizan y crean el TRUEQUETÓN, evento en CDMX destinado a intercambiar juguetes, ropa y demás para que aquellos niños con las mangas cortas de las chamarras viejas, reciban nuevas, y aquella pista de carritos pueda intercambiarse por un dinosaurio, nuevo para la infancia que lo recibe.
Resulta impresionante y tristísimo como cuando nos quitan todo, las mujeres nos organizamos y logramos llenar espacios vacíos.
Como cuando nos autorizan pensiones de $200 a la semana, las mujeres vendemos loquepinchisea con tal de proveer a nuestros niños de lo que se merecen.
Se acerca la Navidad y su discurso de la familia tradicional se puede ver en todos los anuncios de la temporada. ¿Para cuándo publicidad consecuente con la realidad de los más de 60% de hogares mexicanos que son monomarentales?
¿Para cuándo dejaremos de decirles a los niños abandonados por el padre y el sistema patriarcal que algo les está faltando? ¿Para cuándo dejaremos de invisibilizar el sobre esfuerzo de las madres? Eso vale por mucho para que los niños se sepan amados y sostenidos.
No les falta un padre, les sobra madre y lo que les falta es que el sistema los proteja y les extienda la dignidad de una pensión justa.
Se acerca la Navidad y aquí se siguen cobrando miserias cada semana.