Por ti, Gran Madre, por escucharme cuando era más necesario, por darle hogar a mi madre terrestre, por ti, para que sigas escuchando a tus hijas que te aman desde la tierra y anhelan volver a tu seno y su hogar, el mar, el fin de sus días, por ti, madre agua, madre espuma, para que esta ofrenda te llene el corazón de alegrías.
Por ti, amiga-placenta, amiga-nido, amiga-luz, que ofrendaste tu tiempo, tu afecto, tu magia y tus buenos deseos para acompañarme en ceremonia hoy que honro mi paso por el mundo, para que sigas siendo el micelio que sostiene a unas, que sostiene a todas.
Para ti, manada, hermana en los arbustos, esta ofrenda.
Por ellos, los hijos bien amados, que prepararon por días sus amores y sus regalos, que se emocionan por celebrar mi vida que los sostiene y los alimenta, para que siempre sepan que soy hogar y hoguera que alumbra y arropa, por ellos, en cuerpo, en espíritu, para siempre, esta ofrenda.
Por ustedes, espíritus guardianas de los cuatro puntos cardinales, que caminan respaldando cada paso que doy aunque no las escuche a mi lado ni aprecie el brillo de sus espadas desenvainadas y deje de escuchar sus susurro qué pretende guiar y confortar, por ellas, para que siempre estén a mi lado, esta ofrenda.
Por mi madre, quien pasaba su tiempo siendo fuerza, quien sostuvo cuando debió sostener, quien soltó cuando deseó soltar, quien siempre supo dónde quería pasar la eternidad, por ella, la sirena, para que nunca más se quede enredada en las redes de los hombres, por ella, esta ofrenda eterna de hija.
Por el amor que me ha acompañado y fortalecido durante el tránsito por este oscuro bosque, porque siempre seamos capaces de reconocernos en el otro, por él, para que la luz nos envuelva y resguarde, juntos, para él, esta ofrenda de infinita gratitud.
Por la magia que se manifiesta en forma de libélulas danzando, de presencias que se repiten, de amigas que escriben, de mujeres que ven y escuchan.
Por ella, para que siempre se me derrame como miel entre las manos, en abundancia infinita que nutre, que late y retumba sus tambores bajo la tierra, para ella, esta ofrenda.
Por mí misma, que hace dos años perdí lo que sentí que era mi vida, y después de hecho lo perdí todo y desde entonces he navegando perdiendo todo estos últimos dos años, a jirones, a destajo.
Por mí, para que pueda recuperar mis raíces, levantarme de la tierra, salir de la cueva y empezar, de nuevo, a caminar por el mundo, como antes, con aprecio, con consciencia, con pies y pulso firme; en una mano el miedo pero en la otra la espada.
Por mí y por estos treinta y tres renaceres que llevo en este espacio del Universo, para, como lo he sostenido desde siempre, cambiar el mundo. Por mí, esta ofrenda.
Así sea.