Ellos son los que necesitan ser cuidados por fuerzas antimotines y por ellos habría que colocar barreras enormes como las del Palacio Nacional.
Ellos son los capaces de tanta violencia que nadie lo puede creer.
Los mismos que golpean la pared para que no salgas a la calle con esa falda que adoras.
Los mismos que anuncian en redes el inmenso amor y adoración que te tienen y después, cuando quieres irte, mejor te matan, porque derramar tu sangre ante los pies de sus hijos es más fácil que ver la COSA SUYA, libre.
Los mismos que te gritan en la calle que te quieren chupar las tetas, los mismos que te insisten sin descanso para tener sexo aunque estas cansada y sin deseo hasta que cedes porque “es tu esposo, te ama y te necesita”.
Los mismos que no se levantan de la mesa para servirse la comida porque “ellos trabajan” y tu no. Y así te ves a los 50 sin una sola cosa tuya y nunca notaste la violencia económica y patrimonial en la que vivías.
Los mismos que se masturban viendo videos que emulan niñas pequeñas, los mismos que tienen el navegador lleno de pornografía, los mismos que te gritaron gorda en la primaria y por los que nunca más te volviste a poner vestido.
Todos ellos son seres rabiosos, incompletos, criados en un sistema que les aplaude por estarlo y que no les sanciona por sus delitos consecuencia de esa psicopatía genérica que parece ser normal, de los que a veces ni siquiera nos damos cuenta, mientras nuestro novio nos viola sistemáticamente en nuestras narices, con la cabeza baja, porque así se supone que debe de ser.
Esta semana, frente a niños y familias, la rabia ridícula provocó horror, sangre y niños temblando de miedo.
Se mataron a golpes y risas en un estadio de fútbol.
La rabia ridícula, gratuita...
NO la legítima, como la nuestra por todas nuestras muertas.
Y nuestra rabia no deja 17 muertos.
Es la suya, ¿cómo no se detuvieron al primer muerto? ¿Porque siguieron rabiando y regando sangre y miedo? ¿Cómo no les hizo clic algo en el cerebro para parar los golpes?
Tienen tanta sed de sangre que su #notallmen es el peor chiste de la historia.
Y a nosotras, que cargamos en la espalda las 11 muertas diarias que su rabia y sed de sangre, seres incompletos y patéticos, nos avientan encima, nosotras, debemos marchar a punta de cañón, rodeadas de vallas, viendo que los recursos que pedimos para proteger a nuestras hermanas se usan para vigilarnos a nosotras, las rabiosas, las peligrosas, las que marchamos con niños, bebés, embarazos y llevamos una botella de agua extra para quien lo necesite.
La violencia tiene rostro y es el rostro del varón.