La esperanza es el sueño del hombre despierto.
-Aristóteles.
¿Qué es la esperanza? Significa, según la RAE, esperar, con poco fundamento, que se conseguirá lo deseado o pretendido.
¿Qué es esperar? ¿Significa tener anhelos y deseos? De ser así, aquellos que desean tener más y mejores casas, automóviles y artefactos tecnológicos de última generación serían individuos esperanzados. No, no lo son. Somos entonces personas ansiosas de consumir más y no gente con esperanza.
¿Se tiene esperanza cuando el objeto de ésta no es una cosa sino una vida más plena, un estado de mayor vivacidad, una liberación del eterno tedio? A esta clase de preocupaciones ¿Podríamos llamarles esperanza? La respuesta es no, si posee la cualidad de la pasividad y de la espera, a menos que se quiera hacer de la esperanza un disfraz para la resignación.
Kafka ha descrito este tipo de esperanza pasiva en el cuento Ante la ley: Un campesino llega a la puerta que conduce a la ley y ruega al guardia que lo deje pasar. El portero le dice que por el momento no puede admitirlo. Aunque la puerta que lleva a la ley permanece abierta, el hombre decide que mejor debe esperar hasta obtener el permiso para entrar. Toma asiento y espera ahí durante días que se vuelven años. Constantemente pregunta si ya lo dejarán pasar, pero siempre le responden que todavía no puede. A lo largo de todos estos años, el hombre estudia al portero casi sin interrupción y aprende a conocer todo de él, hasta las pulgas de su cuello de piel, también suplica a las pulgas que lo ayuden y convenzan al guardián. Finalmente, está viejo y próximo a la muerte. Y, por vez primera pregunta: “¿Cómo es que en todos esos años nadie más que yo ha venido a pedir que lo dejen entrar?”. A lo que el portero contesta: “Nadie sino usted pudo ganar esta puerta, dado que a usted estaba destinada. Ahora voy a cerrarla”.
Si hubiera tenido algo más que esta pasiva esperanza, él habría entrado y habría constituido el acto liberador que lo habría conducido a donde quería llegar. Muchos conciben esperanzas, pero no les es dado actuar de acuerdo con el impulso de su corazón. La espera pasiva es el disfraz de la desesperanza.
No caigamos en la idolatría del futuro, reverenciándolo como a una divinidad. Este culto por el futuro, donde todo será mejor, constituye la enajenación de la esperanza. La vida es hoy y como dice sabiamente Julio Cortázar: “La esperanza es la vida misma defendiéndose”.
caminamx.atenció[email protected]