No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo.
-Oscar Wilde.
El patrimonio cultural juega un papel esencial en la articulación de una sociedad cohesionada: constituye un conjunto de elementos que tienen un valor específico para un grupo de personas que se identifican con él. Así pues, el patrimonio es un lugar de encuentro.
La escritura es una de las más importantes tecnologías desarrolladas por el ser humano, a tal grado que su invención se considera como el punto final de la prehistoria e inicio formal de la historia. Antes de su existencia era imposible dejar documentación que diera cuenta de los sucesos.
Visto así, la escritura permitió al ser humano superar las barreras del tiempo y perseguir la inmortalidad: un mensaje escrito puede sobrevivir a su escritor; y también dirigirse a numerosos receptores a la vez.
Es decir, la escritura nos permitió separar –por primera vez en la historia de la humanidad– al emisor del receptor de un mensaje en tiempo y en espacio.
Por tanto, podemos leer cómo era la vida en otros tiempos, visto por otras personas, la escritura nos permite viajar a mundos infinitos.
De acuerdo con la psicología, la escritura tiene cuatro funciones básicas que son:
Función ejecutiva, la más básica de todas, que es la capacidad para codificar y decodificar signos gráficos; es decir, en la posibilidad de convertir una idea en un texto y un texto en una serie de ideas.
Función instrumental, que considera la escritura como una herramienta para la adquisición de saberes, como en el caso del estudio. En este sentido, la escritura no es más que un vehículo del conocimiento, un contenedor.
Función interpersonal o funcional, aquella que permite la comunicación de dos seres humanos a través del intercambio de mensajes escritos. Para ello se deben manejar los contextos comunicativos; es decir, compartir con el receptor una serie de códigos.
Función epistémica o imaginativa, la más compleja de todas y la más exigente cognitivamente hablando, es la que permite al escritor crear ideas directamente a través de la escritura, generando conocimientos y opiniones que no estaban dadas de antemano en el lector y considerando la escritura como sustancia misma, tal y como hacen los escritores.
Y parafraseando a Samuel Beckett diremos: “Las palabras son lo único que tenemos…”.
Miriam Colín
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