Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo.
-Jorge Luis Borges
Vivimos de prisa ajetreados por la urgencia de la inmediatez, negándonos el disfrute del presente, apresurados, con la vista puesta en el mañana.
Corremos todo el día mirando el reloj mientras cumplimos con una larga lista de pendientes y, repentinamente, el día ha terminado. ¿A dónde se fue el tiempo?
Así pasan semanas, meses, años, sintiendo que el tiempo vuela, que se va como agua entre los dedos. ¿Dónde queda el disfrute de la vida? Nos estamos robando nuestro propio tiempo arrastrados por la vorágine en la que estamos inmersos provocándonos estrés y ansiedad; hasta que nos apercibimos de que nuestro tiempo es –quizá– lo único que realmente nos pertenece.
El tiempo es infinito, pero nuestro tiempo no, está limitado a nuestra propia existencia. La psicología distingue dos tiempos:
El tiempo cronológico u ordinario, el que se mide con un reloj en horas, minutos y segundos; es continuo, constante, irreversible y direccional.
El tiempo psicológico o subjetivo es una experiencia de flujo, duración, lapso y proceso que un individuo experimenta conscientemente o durante una sucesión de estados mentales, para calcular lapsos de acción, recordar eventos pasados o planear actos en referencia prospectiva a un futuro incierto. Así, el proceso mental consciente experimenta el devenir en tiempo presente, donde se proyecta a otras dimensiones temporales.
A diferencia del tiempo cronológico, el tiempo subjetivo depende de una serie de factores como el nivel de conciencia, la atención, el interés y el afecto.
Aquí cabe utilizar la alocución latina Carpe diem, que significa “aprovecha el día”: es una invitación al disfrute sin preocuparse por el futuro, pues éste es dudoso, lo único real es el presente. Recordemos a los filósofos epicúreos que argumentan que la vida es breve y la belleza perecedera.
Jorge Luis Borges en Nueva refutación del tiempo (1952) dice: “El tiempo es la sustancia de que estoy hecho. El tiempo es un río que me arrebata, pero yo soy el río; es un tigre que me destroza, pero yo soy el tigre; es un fuego que me consume, pero yo soy el fuego”. Es decir, somos lo que hacemos con nuestro tiempo y –como dice Buda– “el problema es que crees que tienes tiempo”.
Miriam Colín
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