Desde tiempos ancestrales, la humanidad ha tenido la necesidad de conocer el futuro.
En la antigüedad se consultaba desde el oráculo de Delfos o las Moiras en Grecia, pero el deseo de ver más allá del tiempo sigue actualmente pero con la lectura del tarot, del café y hasta de los horóscopos.
¿En verdad se puede ver el futuro?
Hoy vaticinar el porvenir se centra en la mirada con la que se observan los acontecimientos actuales que será la “bola de cristal” que permitirá a los más hábiles conseguir las llaves para abrir la puerta del futuro.
Los cambios en el mundo nos invitan a integrar una nueva visión de cómo enfrentar una realidad que se percibe como amorfa frente a nuestros ojos.
Hoy las reglas del juego están más claras que nunca: el punto clave de la comunicación es la mirada.
Esta nueva óptica incluye tener todos lo sentidos bien abiertos para que en la etapa post-Covid se transmita en la observación la empatía para caminar las nuevas rutas sin incertidumbre.
¿Cómo verse reflejado en esta nueva etapa ?
Todo, hasta lo más cotidiano, es nuevo, incluyendo el saludo, las reuniones, el amor y los lugares de trabajo.
La sociedad está obligada a estructurarse en este orden que ha sufrido una mutación al tener que migrar de lo presencial o físico a lo digital o virtual en tiempo récord.
Hoy visión, disciplina y voluntad juegan un papel trascendental.
Esta visualización del mañana puede ser afortunada o desafortunada, según sea la percepción de quien la imagina. Aquí es donde radica la capacidad de mirar un futuro alentador, es decir, presenciar un renacimiento.
Los ojos se convierten en el centro que matiza el lenguaje en esta comunicación en la que el rostro está semicubierto.
Mario Benedetti lo expresó de manera precisa:
“...tus ojos son mi conjuro/ contra la mala jornada/ te quiero por tu mirada/ que mira y siembra futuro”.
Es inevitable cerrar los ojos, el futuro es como el GPS cuando te indica “has llegado a tu destino”.
No será tan difícil predecirlo, tan solo bastará una mirada.
Por Miriam Colín y Vanessa Aguilar.