En los últimos días, la seguridad en los penales del país está en entredicho. Apenas ayer en el vecino estado de Veracruz hubo un motín con un saldo de siete reos muertos y una decena de heridos.
La semana pasada en el penal de San Miguel en la colonia del mismo nombre en la capital poblana, un interno resultó muerto y enseguida se tomaron decisiones al cesar al director.
Este domingo el titular de Seguridad Pública, el vicealmirante Francisco Sánchez dio a conocer una serie de amenazas por parte de la delincuencia, que reaccionó a los movimientos en ese centro penitenciario.
Según el Censo Nacional de Sistemas Penitenciarios, en México hay más de 236 mil personas privadas de la libertad en centros de reclusión federales o estatales, donde la gran mayoría son adultos.
En total hay 14 centros federales, 261 estatales y 50 centros de internamiento para menores de edad, donde muchos de ellos gozan de beneficios a cambio de dinero.
Hay denuncias periodísticas donde se evidencia la corrupción en los Ceresos del país, donde se cobra por todo, entre otras cosas por tener el privilegio de una línea telefónica, que por ley está prohibida.
De ahí que los internos con más poder económico, utilizan esas ventajas concedidas por los celadores y directivos, para continuar con sus actividades delictivas, entre ellas la extorsión telefónica.
En el caso de la entidad, el vicealmirante Sánchez González anunció que lo más probable es que un marino sea el nuevo director en San Miguel, donde dicen hay irregularidades como maltrato a los internos y a los familiares cuando van a la visita.
Es de sobra conocido que cuando alguna persona acude a esos lugares es sometido a revisiones vergonzosas, y que rayan en el abuso sexual porque a las mujeres les practican tocamientos con el pretexto de corroborar que no lleven artículos prohibidos o sustancias ilegales.
En el caso de Puebla al menos han actuado porque hay otros estados como Tamaulipas, donde los penales se han convertido en centros de operación para seguir delinquiendo, como es el caso de la cárcel de Altamira. Por ningún motivo deben aceptar que los delincuentes impongan su voluntad, porque si lo permiten estaremos jodidos.
