
Déjese llevar.
Tenga entera confianza.
Adéntrese sin limitaciones en la lectura de un libro de poesía.
Un descanso entre las turbulencias acumuladas de la vida diaria.
La vida.
Un libro de poesía que nos regrese a ella, los ánimos renovados.
Que nos recuerde la existencia, siempre a la mano, de las maneras para abrazarnos a ella.
Reconformando, sensibilidad y destreza poéticas, lo conformado antes.
Las imágenes de los días que pasan, el amor, la familia, el paisaje urbano, el ajetreo, la ausencia, el recuerdo, las palabras…
Con el agua en los hombros me senté,
el cuerpo sumergido en un silencio,
la vida en un poema.
Circula en librerías un nuevo libro de poesía.
Nada extraño y hasta escaso noticioso, se dirá.
Sucede que es un libro de poesía que recopila lo publicado por su autor a lo largo de unas cuatro décadas, mediante el mecanismo editorial de él mismo, Luis García Montero (Granada, 1958).
Esto es una Antología personal (FCE).
Que como el mismo autor refiere resulta un libro abierto, “por condición y voluntad”, casi reescrito en el tiempo.
Por demás oportuno, valiosísimo, que enmienda la imposibilidad de acceder a los libros de García Montero, publicados siempre en España.
Tres grandes apartados conforman Antología personal.
Palabra, Edad y Amor, que, como nos advierte en la presentación el mexicano Marco Antonio Campos, resultan en su tejido una especie de autobiografía del granadino.
Quien, honesto y original, trasluce influencias, bien resumidas por el presentador.
Bécquer, Machado, García Lorca, Cernuda, Alberti, González, Borges, Neruda (¡vaya poetas!).
Y, además de Sabines, hasta Bonifaz Nuño, “del que se descubrió hermano en el amor roto y la solidaridad con los tristes y desvalidos”.
De vuelta en el amor poetizado por García Montero, el presentador afirma y hasta relaciona con uno de los nuestros:
“Muy seguramente el amor es el centro de la poesía de García Montero. No deja de dialogar con la mujer y revisa la minucia de lo que se vive en las relaciones de pareja. Admirador de López Velarde, dijo alguna vez: “Todos cultivamos nuestra Fuensanta”. En buena medida el amor dio a García Montero felicidades y tristezas, soledad y abandono, comunión y plenitud, iluminaciones sombrías y viento de fuego.
“Historias con aquella y las otras, que terminan en el lecho de los amantes o del lecho salen para enfrentarse a la mañana. Mujeres amadas o deseadas, que dejan algo para siempre en el cuerpo y se vuelven recuerdos en el cuerpo del amante. Si no se tiene el cuerpo de la mujer, podría haber dicho García Montero, es vivir en caída la pérdida del reino”.
Ahora al frente del Instituto Cervantes, lo que lo mantiene en un más estrecho y permanente contacto con los escritores del mundo de habla hispana, García Montero nos conduce con su obra poética, ahora en el catálogo del Fondo de Cultura Económica, a la vida misma.
Espacio a su vez provocador de poesía, quizás inútil, ya que sólo sirve para “cortarle la cabeza a un rey/ o para seducir a una muchacha”.
La poesía eres tú,/ un corte limpio,/ una raya en el agua/ —si es que el agua es razón de la existencia—,/ la mujer que se deja seducir/ para cortarle la cabeza a un rey”.
Aquí un poema (Resumen) de García Montero:
No existe libertad que no conozca,
ni humillación o miedo
a los que no me haya doblegado.
Por eso sé de amor,
por eso no medito el cuerpo que te doy,
por eso cuido tanto las cosas que te digo.